Se puede entrar por los pies y salir por la cabeza.
El Cristo Redentor “cuida” a Río de Janeiro hace casi 100 años.
Está ubicado en el cerro del Corcovado, tiene 38 metros de altura y se encuentra a unos 700 metros sobre el nivel del mar. Lo que no muchos saben es que, por dentro, está casi totalmente hueco.
La estructura de la estatua del Cristo Redentor de Río de Janeiro es casi completamente hueca. La única parte completamente maciza de la construcción son las dos manos de la figura.
Gracias a esta configuración, técnicamente uno podría entrar a su interior y salir por las manos o por la cabeza.
Sin embargo, este tipo de acceso sólo está permitido a personal de mantenimiento y a aquellos miembros autorizados por la Arquidiócesis de Río. Toca admirarlo desde la base como el resto de los mortales.
La idea de construir al Cristo Redentor en Río de Janeiro surgió por primera vez en 1859 de la mano de la princesa Isabel de Brasil, entre otras personas. Sin embargo, el plan no llegó a llevarse a cabo durante ese período.
En 1921, cuando parecía que todo había quedado en el olvido, la idea volvió a tomar carrera. Se venía el centenario de la Independencia de Brasil, lo cual justificaba la construcción de un monumento así de icónico.
El encargado de la ejecución de la obra fue Héctor da Silva Costa; la estatua, por su parte, fue realizada por Paul Landowski. El rostro, un tema aparte; fue creado por Gheorghe Leonida, un escultor rumano que formó parte del proyecto.
La inauguración, finalmente, se llevó a cabo el 12 de octubre de 1931.
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