Está en una pequeña ciudad de Austria, alberga una colección de aproximadamente 200.000 volúmenes y sorprende con las pinturas que se conservan en su techo.
Al crear un listado de las bibliotecas más sorprendentes del mundo, sin lugar a dudas hay que incluir la que se encuentra en el Monasterio de Admont, emplazado en una pequeña localidad homónima, dentro de Liezen, Estiria, Austria.
Este edificio, como se aprecia en las imágenes, sorprende por la enorme cantidad de libros que se conservan en sus antiguas estanterías, que se mantienen intactas desde el siglo XVIII.
Y, aunque la gran mayoría de sus visitantes llegan a la biblioteca del Monasterio de Admont con intención de apreciar algunos de los volúmenes que allí se guardan, muchos turistas también deciden conocer las instalaciones, motivados por las increíbles pinturas de su techo.
En primer lugar, es importante mencionar que la biblioteca del Monasterio de Admont es el recinto de su tipo más grande del mundo, ya que se describe como un edificio de 70 metros de longitud, 14 metros de ancho y 13 metros de alto.
Al mismo tiempo, adquiere el título mencionado por la enorme cantidad de volúmenes que hay en su interior: 200.000. Entre ellos, es posible encontrar cerca de 70.000 libros restaurados, más de mil manuscritos y aproximadamente 530 libros incunables (que se lanzaron antes del año 1501).
Entonces, además de recorrer las instalaciones de la biblioteca para disfrutar de las obras literarias que allí se conservan, también es recomendable aprender algunos detalles de la historia de la construcción antes de visitarla.
Si bien el Monasterio de Admont permanece abierto desde el año 1074 y es el más antiguo de Estiria, Austria, su biblioteca, protagonista de esta nota, se construyó entre los años 1774 y 1776.
La obra estuvo en manos del arquitecto Joseph Hueber, que trabajó por encargo del monarca Abbot Matthäus Offner. Y, a pesar de las limitaciones tecnológicas de la época, todos los trabajos se completaron en pocos meses.
El desafío de esta construcción no solo fue crear un gran espacio para albergar volúmenes históricos, sino lograr un diseño sorprendente, que encaje a la perfección con las piezas de arte que rápidamente se colocarían en el sitio.
Además de los libros y las esculturas de Josef Stammel que alberga la biblioteca del Monasterio de Admont, uno de los espacios más destacados del edificio son los frescos del siglo XVIII que se conservan en el techo.
Esta inmensa obra de arte, que simboliza las etapas del conocimiento humano, se realizó en simultáneo a la construcción del establecimiento, durante los veranos de 1775 y 1776.
El trabajo, que se plasmó sobre las siete cúpulas del establecimiento, se atribuye al pintor barroco polaco Bartolomeo Altomonte, que cumplió con las expectativas del monarca Abbot Matthäus Offner. Un dato no menor es que el artista tenía 80 años de edad al momento de realizar esta obra.
Por fortuna, la belleza de esta enorme pintura se conserva en perfecto estado y se destaca gracias a la luz natural de la biblioteca, que accede a la misma por los 48 ventanales originales.
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