El Botín de Madrid es el restaurante más antiguo del mundo aún en funcionamiento. Así lo atestigua el Libro Guinness de los Récords y su correspondiente certificado, impreso y enmarcado con orgullo en la terraza del local español.
Casi trescientos años después de su fundación, Botín sigue siendo una de las cantinas más famosas de Europa y el mundo. Su historia y la dedicación de su personal nos dan una idea de porqué.
La historia del restaurante Botín
Sobrino de Botín fue fundado en 1725. Abrió sus puertas antes de que Madrid fuera la capital de España, cuando las calles y casas de la actual ciudad apenas llegaban a conformar un pequeño pueblo. El fundador del restaurante fue Jean Botín, un cocinero que habría llegado a la zona con la idea de trabajar para algún noble de la Corte.
Lo curioso es que, aunque el creador del local era chef, en Botín no se ofrecía menú alguno ni se cocinaban platos propiamente dichos. Esto es porque hasta el siglo XVIII no estaba permitido vender viandas en los mesones; solo se podía cocinar y servir aquello que traía el cliente.
Hoy la historia es otra: en Sobrino de Botín se preparan y llevan a la mesa los mejores platos tradicionales españoles sin necesidad de que el comensal lleve la materia prima. Son particularmente famosos por su cerdo asado, que al parecer es tan bueno que incluso se menciona en una novela de Ernest Hemingway.
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¿Dónde está ubicado el restaurante más viejo del mundo?
Sobrino de Botín se encuentra sobre Calle de Cuchilleros 17, en el epicentro de Madrid. Está a tan solo unos metros de la Plaza Mayor, que en aquél entonces funcionaba como el centro comercial principal de la ciudad.
Algunos profesionales que ofrecían sus servicios en la zona eran:
- Curtidores.
- Cuchilleros.
- Herreros.
- Zapateros.
- Latoneros.
En el interior de Botín se luce una fachada nostálgica, antigua, que entrelaza la historia del mesón y la iconografía española entre azulejos, madera, ladrillos y hormigón rústico.
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Al costado del restaurante emerge una escalera de caracol que revela el comedor de la bodega junto a sus estrellas: los comensales. Tras bambalinas, los cocineros continúan su legado tricentenario.