Aunque no fue la primera propiedad en tener este nombre, sí es la única que se mantiene en pie. Desde 1945 se puede visitar todos los días y reservar algunos de sus salones para realizar diversos eventos.
En la zona llamada Cave Hill Country Park de la ciudad de Belfast, en Irlanda del Norte, existe una enorme mansión europea del siglo XIX que, por fortuna, se encuentra en perfecto estado de conservación: el Castillo de Belfast.
Esta propiedad no fue la primera de la zona en recibir dicho nombre. Desde hace 800 años, en las inmediaciones hubo otros castillos homónimos, utilizados por familias de renombre. Sin embargo, ninguno sobrevivió hasta la actualidad.
Es por eso que el actual Castillo de Belfast es todo un orgullo para este destino, que se encargó de restaurarlo y abrirlo al público. Las instalaciones se pueden visitar todos los días e incluso hay salones disponibles para reservar, en el caso de desear realizar un evento puntual en el interior.
El actual Castillo de Belfast se construyó en el cierre del siglo XIX, más precisamente entre los años 1867 y 1870, en un terreno que antiguamente fue el parque de ciervos de la familia Donegall, propietaria de algunos de los castillos del mismo nombre ya desaparecidos.
Como se aprecia a simple vista, para la obra se eligió seguir un estilo Baronial escocés, que se encargó de materializar la firma Belfast Lanyon, Lynn y Lanyon. Hasta el momento se desconoce con precisión quién fue el arquitecto a cargo, ya que se barajan tres opciones: Sir Charles Lanyon, WH Lynn y/o John Lanyon.
Tras la inauguración, un conde de Shaftesbury se mudó con su esposa al lugar. Pero, tras su rápido fallecimiento, toda la propiedad quedó en manos de su hijo adolescente, quien se identifica como el último propietario privado.
Con la apertura del Castillo de Belfast, la mansión permaneció bajo la administración del octavo conde de Shaftesbury. Pero, como ya mencionamos, falleció rápidamente, dos años después de su llegada al lugar.
De esta manera, el noveno conde de Shaftesbury, que en ese momento tenía 16 años de edad, heredó la propiedad. Con el paso del tiempo, se convirtió en el dueño que más tiempo disfrutó las instalaciones. Él decidió, en 1894, agregar la famosa escalera de piedra barroca a la fachada del jardín.
Finalmente, este conde, que en el cierre de su vida logró vender numerosas propiedades de su familia, donó el Castillo de Belfast a la ciudad en enero de 1934.
A partir de 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la mansión se abrió al público y, desde entonces, recibe miles de visitas cada año. Muchos elogian su estado de conservación, que se logró gracias a dos trabajos de restauración intensos, realizados en 1978 y 2003.
Quienes recorren a diario las instalaciones del Castillo de Belfast, tienen a disposición múltiples sectores de la propiedad, así como también un centro de visitantes, un comercio de antigüedades, un restaurante, un parque infantil y un enorme jardín.
A su vez, durante el paseo pueden acceder al interior del palacio y contemplar uno de los dormitorios que se conserva en estado original. Allí se ofrece una “instantánea en el tiempo”.
Pero, en el mismo recorrido, gracias al talento de quienes organizan los paseos guiados, los visitantes también pueden conocer algunas de las características principales del Castillo de Belfast como, por ejemplo que:
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