Mucho antes de que se formara el Estado argentino, diversos pueblos originarios habitaron las tierras que hoy forman parte del país. Entre ellos estaban los olongastas, una etnia que ocupó zonas del actual oeste de Córdoba, el norte de San Luis, parte de San Juan y los llanos de La Rioja.
Su presencia está documentada por cronistas de los siglos XVI y XVII, así como por investigaciones arqueológicas y antropológicas posteriores.
Los olongastas pertenecían al conjunto de culturas conocidas como diaguitas, aunque tenían características propias. Mantenían vínculos con otros pueblos vecinos, como los capayanes, huarpes y sanavirones, con quienes compartían algunos rasgos culturales y territorios limítrofes.
La vida cotidiana de los olongastas

Este pueblo originario vivía en aldeas estables, en zonas con acceso al agua y recursos naturales. Practicaban una agricultura de subsistencia, que incluía cultivos de maíz, porotos y zapallo, y también recolectaban frutos del monte como el algarrobo. La caza de animales silvestres complementaba su alimentación.
Sus viviendas eran de adobe, con forma rectangular o circular, y estaban organizadas alrededor de espacios comunes. La sociedad olongasta tenía una estructura jerárquica, con jefes que tomaban decisiones en nombre de la comunidad.
Un aspecto importante de su cultura eran los rituales vinculados con los ciclos de la naturaleza, de los que hay poca documentación. Además, trabajaban la piedra y el hueso y elaboraban distintos objetos en cerámica, que decoraban con formas geométricas.
Ritos, vestimenta y formas de vida de los olongastas
Como mencionamos, los olongastas desarrollaron prácticas culturales propias. Muchos de estos aspectos fueron reconstruidos a partir de estudios arqueológicos y relatos coloniales, como:
- La vestimenta: Usaban prendas de fibra vegetal o lana trenzada, y adornos como collares de piedra y hueso.
- El transporte y el comercio: Se desplazaban a pie y a veces con llamas, y realizaban intercambios con pueblos vecinos, especialmente en tiempos de cosecha o rituales colectivos.
- Los rituales funerarios: Enterraban a sus muertos dentro o cerca de las viviendas, acompañados por objetos personales como vasijas o herramientas.
El destino de los olongastas tras la conquista
Con la llegada de los conquistadores españoles, la vida de los olongastas –así como de muchos pueblos originarios– cambió por completo. Muchos fueron sometidos mediante el sistema de encomiendas y obligados a trabajar para los colonos, mientras que otros fueron trasladados a regiones alejadas, y sus comunidades quedaron desmembradas.
Algunos descendientes permanecen en la región, conservando fragmentos de su herencia cultural. Hoy, investigaciones históricas y arqueológicas permiten reconstruir parte de su historia, visibilizando a un pueblo que fue clave en la vida prehispánica del centro-oeste argentino.

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