En el océano Pacífico se esconden las islas más coloridas y variadas del mundo. Las aguas claras, la abundante vegetación y los distintos animales marinos forman paisajes que son visitados por millones de turistas al año. El Nido, en las Filipinas, no se queda atrás.
El municipio ubicado en el centro oeste del país asiático cuenta con más de 45 islas que se distribuyen a lo largo de dos bahías. Allí residen cerca de 50.000 filipinos, pero desde enero hasta abril se colma de viajeros que disfrutan de la alta temporada.
Lagos, lagunas, arena blanca y un poco de historia
El Nido tiene una variedad de paisajes, animales y plantas que no pueden conocerse en un sólo día. Las agencias de turismo locales e internacionales suelen ofrecer tres recorridos principales, que cubren distintas partes del conjunto de islas. El primero, y el más solicitado, recorre:
- La bahía de Bacuit.
- Un lago secreto.
- Una isla abultada de nidos del ave Salangana.
- La Laguna Grande y la Laguna Pequeña.
Al segundo tour lo contratan los amantes de la historia: no sólo cruza por varias islas, sino que también visita la cueva de Cadugnon, que tiene restos de la dinastía Sung, gobernante hace más de 3.000 años. Además, puede conocerse la Cueva Catedral, que recibe luz solar por pocos minutos al día.
Un tercer recorrido le compite al primero, ya que visita la isla de Tapiutan, una de las más alejadas de la bahía. Y, justamente por esa característica, es que se aprovechan las aguas que la rodean para hacer snorkel. El tour sigue por una playa secreta y termina en el el templo de Matinloc.
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El Nido, refugio de militares al final de la Segunda Guerra Mundial
A pesar del atractivo turístico que ofrecen los paisajes de El Nido, también hay una veta histórica que no escapa a muchos viajeros. Lo cierto es que, así como hay elementos que pertenecieron a la dinastía Sung hace más de 3.000 años, también existe una isla muy particular.
Su playa, conocida como Seven Commands ("Siete Comandos", en inglés), fue donde naufragaron siete militares japoneses luego de la Segunda Guerra Mundial. Lograron escapar de su país, pero no pudieron salir del océano Pacífico y terminaron en las Filipinas. Por ellos, la playa recibió ese nombre.