Funcionó durante veinte años, hasta que fue abandonado luego de un incendio en el puerto de Mar del Plata. El 20 de junio de 1991, una tormenta soltó sus amarres y el barco quedó a la deriva. ¿Dónde está hoy? Billiken te cuenta en esta nota.
Quienes viven o visitan con frecuencia Mar del Plata, saben que la ciudad costera de Argentina tiene muchas historias por contar. Una de ellas, sin dudas, es la del barco fantasma Marcelina de Ciriza, que un día de tormenta se liberó de sus amarres y viajó 15 kilómetros sin tripulación ni control.
Pronto se convirtió en leyenda, e historias de todo tipo comenzaron a circular entre los marplatenses. Hoy, algunos restos aún son visibles desde la playa, confirmando todos los misterios y verdades sobre el buque Marcelina de Ciriza.
El Marcelina de Ciriza fue construido a fines de la década de 1950 en el astillero de Bilbao, España. Más precisamente, fue construido en el astillero del río Cadagua, en el barrio de Burceña de Baracaldo. Llevó varios meses hasta que el 29 de enero de 1960 fue arrojado al agua. Desde entonces, pasó por distintos puntos:
El 23 de julio de 1980, el Marcelina de Ciriza entró en Mar del Plata. Los días siguientes, un incendio en la bodega alertó a sus tripulantes que pronto lo apagaron. Luego del accidente, quedó amarrado en el puerto de Mar del Plata, en el cruce entre la rotonda de Avenida Constitución y Avenida Félix Camet.
En la memoria de quienes viajaron a Mar del Plata antes de 1991, probablemente esté el recuerdo de un barco enorme, oxidado y olvidado en el puerto. Allí estuvo desde su incendio, ya que la compañía naviera no pudo repararlo. Años más tarde, esta misma entró en quiebra, abandonando el barco por completo en la zona portuaria.
El 20 de junio de 1991, una fuerte tormenta provocó que el Marcelina de Ciriza se soltara de sus amarres. Sin motor ni tripulación, impulsado por la fuerza del viento y por algún fantasma del mar, avanzó 15 km hasta encallar en la costa.
En su época de esplendor, el Marcelina de Ciriza tenía 90.6 metros de eslora (es decir, la distancia que a lo largo del eje de la proa hasta la popa). Pero desde su incendio y posterior abandono, su casco se fue deteriorando, al igual que otras partes dentro y fuera.
Luego de la tormenta de 1991, permanece en el mismo lugar donde encalló. Quedan algunos restos oxidados, que representan un peligro en una zona de playas populares. Por el momento, los vecinos pidieron señalizar el área para así evitar accidentes.
Imagen de portada: Agencia de Noticias Argentinas / Fundación Histarmar.
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