Tiene 263 kilómetros de longitud, concluye en la frontera con Chile sobre la Cordillera de los Andes y es famosa por un tramo turístico que se llama Cuesta de Lipán.
La Ruta Nacional 52, que atraviesa distintos puntos de las provincias argentinas de Salta y Jujuy, es uno de los caminos más peligrosos de Argentina pero, al mismo tiempo, uno de los más pintorescos.
Su trazado no es muy extenso, ya que tiene un total de 263 kilómetros. Comienza en su intersección con la Ruta Nacional 9, dentro de la localidad jujeña de Purmamarca, y concluye en el Paso de Jama, sobre la Cordillera de los Andes, en el límite internacional entre Argentina y Chile.
Y, si bien cada kilómetro de la Ruta Nacional 52 es llamativo, el sector más famoso por su belleza y peligrosidad, es un pequeño tramo de 43 kilómetros de longitud, conocido como Cuesta de Lipán.
Los primeros 86 kilómetros de la Ruta Nacional 52 se trazaron sobre Jujuy, a través del Departamento de Tumbaya, que incluye sectores en Purmamarca, La Ciénaga y la famosa Cuesta de Lipán.
Tras este espacio, la calzada ingresa en Salta. Allí hace un breve recorrido de 24 kilómetros, dentro del Departamento de La Poma, antes de volver a entrar en Jujuy, para avanzar con su sector más extenso: 153 kilómetros dentro del Departamento de Susques.
Muchos viajeros, luego de descubrir todas las maravillas de esta ruta, cruzan la Cordillera de los Andes y continúan viaje por Chile. Sucede que “La 52” argentina está unida con la la Ruta 27 chilena, que avanza hasta San Pedro de Atacama.
Incluso, hay quienes visitan el pueblo mencionado y permanecen en el camino, con intención de seguir viaje hasta Antofagasta, por las rutas 23, 25 y/o 5.
Crear un único ranking con las rutas más peligrosas de Argentina, no es una tarea sencilla porque todo depende de lo que una persona considere más riesgoso al momento de manejar.
Es decir, hay quienes consideran de mayor peligro a las rutas de mucho tránsito, donde ocurren numerosos accidentes viales. Al mismo tiempo, muchos aplican este término a los caminos que, durante más de 1.000 kilómetros, no cruzan grandes ciudades.
Y, en simultáneo, están los que reconocen el peligro de una calzada por sus desniveles y curvas pronunciadas. En este caso, la Ruta Nacional 52 podría ocupar el primer puesto, sobre todo en su tramo de la Cuesta de Lipán, que puede crear temor al volante porque:
Sin embargo, es importante aclarar que, a diferencia de otros caminos de montaña cercanos, la Ruta Nacional 52 está asfaltada en su totalidad y permanece abierta al tránsito durante todo el año.
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