El edificio se inauguró el 7 de julio de 1923 y fue, durante siete años, el más alto de Sudamérica. Desde 1997, es un monumento histórico nacional.
Buenos Aires es una ciudad de mucha historia, con monumentos como el Obelisco, el Cid Campeador y la Pirámide de Mayo. Entre sus edificios más emblemáticos está el Palacio Barolo, que fue el primer rascacielos de Sudamérica.
El palacio tiene más de cien años de historia, y es un homenaje a uno de los escritores italianos más importantes de todos los tiempos, Dante Alighieri. Por años permaneció como el edificio más alto de la ciudad y de Sudamérica, hasta que un gigante de Brasil lo superó en 1928.
Luis Barolo era un productor lanero de origen italiano que llegó a la Argentina en 1890. En el país fue un pionero en el rubro, ya que trajo las primeras máquinas para hilar algodón. Comenzado el siglo XX, fue testigo a la distancia de la Primera Guerra Mundial, y pronto temió por los restos de un escritor fundamental para Italia: Dante Alighieri.
Por temor a que sus cenizas desaparecieran en medio de un conflicto, mandó a construir un edificio para nada discreto, que funcionara como mausoleo del poeta italiano. Para la tarea eligió al arquitecto milanés Mario Palanti, a quien conoció en 1910.
El palacio se construyó entre 1919 y 1923, y se inauguró el 7 de julio de dicho año. En ese entonces, se convirtió en el primer rascacielos de Sudamérica con 100 metros de altura. Lo que impresiona hoy en día, más que su altura, es su relación manifiesta con la Divina Comedia.
Prácticamente todo el edificio diseñado por Mario Palanti tiene referencias a la Divina Comedia. Por empezar, tiene 100 metros de altura por los cien cantos en los que se divide la Divina Comedia (uno introductorio y 33 para cada uno de sus niveles, Infierno, Purgatorio y Paraíso).
Además, cuenta con 22 pisos, que equivalen a la cantidad de versos que tiene cada uno de los cantos. Los pisos se distribuyen de la siguiente manera:
En la cúpula se simbolizan también los siete planetas conocidos hasta entonces (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, más el Sol y la Luna que eran considerados planetas). En el punto más alto hay un faro de 300.000 bujías, que recibía los barcos que cruzaban el Río de la Plata.
Para ingresar al palacio es inevitable cruzar por el Infierno, tal como ocurre en la Divina Comedia. Las 9 bóvedas de acceso cuentan con dragones, serpientes y cóndores, y los rosetones del subsuelo representan los fuegos del Infierno. Nada queda por fuera de la obra de Alighieri.
Del otro lado del Río de la Plata, en Montevideo (Uruguay), se levanta un gigante de hormigón. Es nada más y nada menos que el Palacio Salvo, otro rascacielos que fue diseñado por el mismo arquitecto, Mario Palanti, y se inauguró en 1928.
Su nombre también es producto de quienes lo mandaron a construir, los hermanos italianos José, Ángel y Lorenzo. Tiene prácticamente la misma altura, pero diferente organización interna, ya que cuenta con 10 pisos completos más 14 en la parte de la torre.
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