En esta nota, Billiken te cuenta quién fue Tiny Broadwick, la mujer que desafió el cielo y cambió para siempre la historia del paracaidismo.
En las primeras décadas del siglo XX, la aviación todavía era una novedad y los vuelos eran experimentales. En ese contexto, una joven nacida en Carolina del Norte, Estados Unidos, logró destacarse con un hito que sorprendió a propios y extraños. Estamos hablando de Tiny Broadwick.
Su nombre real era Georgia Ann Thompson. Fue la primera mujer paracaidista reconocida y la primera persona en el mundo en saltar desde un hidroavión. Sus logros marcaron un antes y un después en el desarrollo de la seguridad aérea y el uso del paracaídas como herramienta de emergencia.
Tiny Broadwick nació el 8 de abril de 1893. Medía apenas un metro treinta y pesaba 40 kilogramos, por lo que su apodo ("Tiny", que en inglés significa "pequeña") la acompañó toda su vida. Desde muy joven, mostró un espíritu curioso y decidido. A los 15 años, ya había tenido a su única hija y trabajaba en una fábrica textil.
Todo cambió cuando vio un espectáculo aéreo en 1908. Fascinada por los paracaidistas, decidió probar suerte. Poco después, se unió a un grupo de acróbatas liderado por Charles Broadwick, quien se convirtió en su mentor. Con él, realizó su primer salto ese mismo año desde un globo aerostático. Y desde ese momento, no dejó de volar.
El 21 de junio de 1913, Tiny Broadwick hizo historia: saltó desde un hidroavión en movimiento, convirtiéndose en la primera persona en lograrlo. El salto fue parte de una demostración para el Servicio Aéreo del Ejército de Estados Unidos, que observaba con interés cómo podía usarse el paracaídas en situaciones de emergencia.
Ese día, Tiny no solo sorprendió al público, sino que también inauguró una nueva era para la seguridad en la aviación. Gracias a su valentía, se empezó a considerar el uso del paracaídas como un equipo imprescindible para los pilotos.
A lo largo de su carrera, Tiny hizo más de 1.100 saltos. Entre sus logros más importantes se destacan:
Tiny Broadwick falleció en 1978, pero dejó una huella imborrable en la historia de la aviación. Su legado puede verse en museos como el Skydiving Museum & Hall of Fame y los archivos históricos del estado de Carolina del Norte, donde se conservan documentos, fotografías y testimonios de su vida.
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