Marie Curie tenía dos títulos: era doctora en Física y en Matemática, en ambos casos con honores. Investigó la radioactividad y fue la primera persona en recibir dos Premios Nobel en distintas especialidades: física y química.
¿Puede existir una historia de amor entre dos genios de la ciencia? Claro que sí. Como la que surgió entre Maria Salomea Skodowska –ya para entonces Marie, porque se había radicado en Francia para estudiar– y Pierre Curie, un profesor de Física. Fue una historia nacida entre laboratorios en 1895. Marie tenía veintiocho años y él treinta y seis. Los dos se apasionaban por el estudio de la radioactividad de ciertos materiales. Y por el otro. Se casaron ese mismo año, el mismo en que Wilhelm Röntgen dio a conocer su descubrimiento de los rayos X.
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Fue una boda muy sencilla, lo que estaba de acuerdo con la personalidad de los dos. Les regalaron algo de dinero y ellos se compraron dos bicicletas y se pasaron todo el verano viajando por Francia a puro pedal, alojándose en pequeñas fondas y comiendo poco, muy poco, lo que podía cubrir su escaso presupuesto. Sí, fue una luna de miel muy romántica. Esa pareja acabaría siendo la más famosa entre los científicos, aunque solo duró once años: él murió atropellado por un carro.
La primera profesora
Luego de la muerte de Pierre, Marie heredó su cátedra de Física en la Universidad de La Sorbona, en París. El día de 1906 en que le tocó estar delante de sus alumnos fue todo un acontecimiento: era la primera vez que una mujer daba clases en esa Universidad. Se hicieron presentes los estudiantes y gente que no era estudiante pero que no se quería perder la novedad. Marie habló sobre radiactividad, su tema favorito, y dejó a todos con la boca abierta.
Sus descubrimientos
Sus investigaciones sobre la radiación dieron frutos y produjeron varios descubrimientos. Por ejemplo, se comprobó que un mineral, el torio, podía producir radiactividad. Luego, tras varios años de trabajo con el uranio, consiguieron aislar nuevos elementos químicos. Uno de ellos fue el polonio, denominado así en homenaje a su país de origen, Polonia, que entonces estaba dominado por Rusia. Era un llamado de atención a la comunidad internacional. El otro elemento descubierto fue el radio, denominado de esa manera debido a su intensa radioactividad.
Sin embargo, el trabajo de Marie Curie también la llevó a la muerte. En efecto, a causa de las largas exposiciones a la radiación durante años, acabó sufriendo una anemia perniciosa, que primero la dejó ciega y luego terminó con su vida. La enterraron junto a su marido, a pocos kilómetros al sur de París.