Antonio Gaudí nació hijo de artesano en 1852, en la localidad catalana de Reus. En Barcelona estudió arquitectura hasta concluir la carrera en 1878.
Sus obras no fueron como cualquier otra. A través del arte del diseño y la construcción, Gaudí creó edificaciones que no sólo rompieron y fusionaron estilos anteriores para crear uno único, sino que consiguieron ubicar a Barcelona en el mapa mundial.
La distinción del arquitecto catalán
Antonio Gaudí ayudó a la edificación catalana a alcanzar fama y reputación mundiales. Sucede que además de arquitecto, Gaudí era también un tremendo artesano. En diálogo constante con artistas de su época, diseñaba todos los elementos arquitectónicos que llenaban el espacio de sus obras, como por ejemplo:
- Cerámica.
- Hierro forjado.
- Mosaicos.
- Esculturas.
- Vidrieras.
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Las formas que Gaudí creaba a partir de estos elementos eran siempre orgánicas, curvas y daban vida al edificio tanto por fuera como por dentro.
Gaudí fue también tuvo la especial capacidad de sintetizar, fusionar su propia tradición ―el modernismo― con nuevas soluciones técnicas. Supo integrar con valentía una variedad de elementos creativos y plásticos en sus edificios, algo sin precedentes.
Gaudí y el modernismo catalán
Antonio Gaudí, a pesar de todas sus locuras e innovaciones, se ubica dentro de una corriente en particular: el modernismo.
El Modernismo es un movimiento cultural que comenzó a dilucidarse a fines del siglo XIX y principios del XX en Europa. Encontramos la mayor parte de su expresión en la arquitectura, aunque su influencia también llegó a otras áreas humanas como la literatura o la música.
Se conoce a esta corriente en el resto de Europa como Art Noveau, Modern Style o Jugendstil. Sin embargo, podemos notar que en Cataluña tuvo una personalidad propia, autóctona, que la diferenció del resto de Europa desde el minuto cero.
Esto sucede ya que la arquitectura modernista en la región catalana implicó el uso conjunto de dos tipos de materiales distintos: por un lado, aquellos tradicionales catalanes; por otro, aquellos industriales más universales.
Además, al modernismo catalán lo caracteriza un estilo de arquitectura muy particular. Es decorativa, predomina en ella la figura de la curva, inspirada por las figuras de la naturaleza ―por lo cual utiliza en muchos casos motivos naturales― y presenta un nivel de ornamentación muy elaborado.
