Color azul: ¿por qué es el más caro de la historia? - Billiken
 

Color azul: ¿por qué es el más caro de la historia?

Color azul: historia de un pigmento divino
Desde el egipcio hasta el YInMn, el azul es uno de los colores menos presentes en la naturaleza y, por tanto, el más costoso. En esta nota, te contamos su historia.
Historia
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Durante gran parte de la historia de la humanidad, el color azul fue el más costoso y codiciado en todo el mundo. De hecho, es el que más tarde se sumó a la lista de pigmentos existentes, luego de colores como el marrón, rojo, amarillo y verde.

Y a pesar de que hoy pueda resultarnos un tono muy familiar, en realidad el azul es uno de los que está menos presente en la naturaleza. Pocas plantas, animales y minerales poseen algunas de sus tonalidades, y por eso el proceso de extracción que obtenía el pigmento de distintos minerales fue siempre muy complejo.

Distintas tonalidades de color azul

Por ese motivo, durante siglos el azul fue un color prácticamente inalcanzable para gran parte de la humanidad. Durante los últimos 4.500 años, se obtuvieron distintos tonos, algunos más fuertes, vibrantes y luminosos que otros, a partir de procesos diversos:

  • El egipcio.
  • El ultramarino.
  • El de Prusia.
  • El cobalto.
  • El YInMn.

Historia del pigmento de los faraones

No hay que remontarse cientos de miles de años atrás para conocer dónde comienza la historia del color azul. Los primeros registros datan del antiguo Egipto, cuando durante la Cuarta Dinastía (hace 4.500 años) se obtuvo un pigmento a partir de calcio, cobre y sílice, que se utilizaba para decorar y pintar:

  • Tumbas faraónicas.
  • Templos.
  • Objetos religiosos.
Azul egipcio, presente en las tumbas y templos faraónicos

Este pigmento, que se formaba al calentar una mezcla de esos tres elementos naturales, se utilizó durante gran parte de las dinastías egipcias hasta el final del Imperio Romano en Europa, para finales del siglo V. Luego, según se cuenta, su fórmula se perdió y cayó en desuso, llevándose la tonalidad azulina a las tumbas.

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Azul ultramarino, el más caro (y divino) de la historia

Color azul: historia de un pigmento divino

Casi diez siglos después, producto de la expansión ultramarina de muchas naciones europeas, comerciantes italianos que desembarcaban en Venecia comenzaron a importar la piedra lapislázuli, que se conseguía en minas de la región actual de Afganistán, en el centro de Asia.

Lo cierto es que el pigmento ya se encontraba en pintura rupestres de los siglos VI y VII en grandes templos budistas afganos, y también en pinturas chinas e indias entre los siglos X y XVIII. Sin embargo, la tonalidad extraída de lapislázuli recién se conoció y popularizó en Occidente a partir de la importación a Venecia.

Como era difícil extraer el pigmento azul de la gema preciosa, el azul ultramarino (que venía "más allá del mar") se volvió igual o más caro que el oro, y durante siglos distintos artistas europeos se enloquecieron por conseguirlo. Así, desde el 1300 al 1800, fue uno de los que más se utilizó en el arte de Europa.

Cielo de la Capilla de Los Scrovegni, en Padua, Italia
Cielo de la Capilla de Los Scrovegni.

Estuvo muy presente en distintas obras arquitectónicas de gran importancia, como la Capilla de Los Scrovegni (Padua, Italia), y en diversas pinturas renacentistas, donde coloreaba el manto de la Virgen María o las vestimentas del niño Jesús.

Azul de Prusia, el primer color artificial moderno

El azul de Prusia es, probablemente, el que tenga la historia más curiosa y accidentada junto al azul YInMn, que apareció dos mil años después. Según se tiene registro, a principios del siglo XVIII el teólogo Johann Conrad Dippel estaba abocado a la alquimia.

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Había renunciado a intentos anteriores de convertir metales comunes en preciosos, y se encontraba trabajando en la creación de un "elixir" que sirviera para curar toda enfermedad. Su "medicina universal", sin embargo, no tenía el mejor aspecto: era una especie de brebaje de color negro brillante, con un sabor y olor muy repugnante por estar hecho de marfil, sangre, cuero, cuernos y carbonato de potasio.

En el mismo laboratorio donde estaba el "elixir de Dippel" trabajaba Johann Jacob Diesbach, un creador de colores suizo. En ese momento, experimentaba para formar un color carmesí a partir del insecto cochinilla, y para producirlo era necesario carbonato de potasio.

La gran ola de Kanagawa, de Hokusai
La gran ola de Kanagawa, de Hokusai.

Como Diesbach se quedó sin, tomó prestado el de Dippel y dejó pasar una noche para que la mezcla se asentara. El resultado, al día siguiente, sorprendió a ambos: resultó que, como el carbonato de potasio estaba contaminado con sangre (y esta tiene hierro), produjo una reacción química que formó un nuevo color a sus ojos.

Diesbach empezó a producir y vender esa tonalidad azulina de un brillo particular, que se distribuyó rápidamente por Europa al ser más accesible que el azul ultramarino. El "accidente de laboratorio" comenzó a verse en porcelanas, pape tapiz y banderas, y para 1709 tiñó el uniforme del ejército prusiano. De allí, su nombre.

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