En este primer episodio, charlamos con Federico Pavlosky, psiquiatra especialista en adicciones y coordinador del libro Apuestas online: la tormenta perfecta, sobre ludopatía digital adolescente. El especialista la define como "una conducta compulsiva para jugar a través de dispositivos tecnológicos a juegos de azar, que se está viendo, según estadísticas a nivel nacional, entre un 30 y 40 porciento en chicos en edad escolar. Se desarrolla una conducta similar a la ludopatía del adulto, es decir, una compulsión al juego en donde se modifica toda la vida: cambios emocionales, en los vínculos y en la manera de vivir". Además, cuenta que cuando el jugador comienza a perder, más distorsiones cognitivas y pensamientos impulsivos aparecen y se pierde cada vez más la sensación de control.
Aclara que no es un efecto adverso: "no es que algo salió mal. Salió bien para los sitios de apuestas" y que se da en todos los estratos sociales, pero que en los sectores más carenciados se vive una situación dramática, ya que apuestan miles de pesos por mes buscando "una salvación".
Hoy en día, 1 de cada 4 adolescentes ha realizado al menos una apuesta online. Tomando esta preocupante tendencia como punto de partida y en el marco de su compromiso con el uso responsable de la tecnología, Movistar lanzó su nueva campaña “Ludopatía digital adolescente”. Con el soporte de la ONG Faro Digital, la marca busca concientizar y prevenir acerca de las distintas problemáticas relacionadas con el mundo digital, como el grooming, el ciberbullying, el sharenting y el uso responsable del celular al volante, entre otras.
¿Cuándo se dieron los primeros casos de ludopatía en adolescentes?
Pavlosky señala que la ludopatía en adolescentes comienza con el Mundial de fútbol 2022. En el marco de la competencia deportiva, se dio una de las campañas publicitarias más importantes de los últimos años, en relación a las casas de apuestas online legales y también las ilegales, a través de todos los sitios y redes sociales, ayudados por grandes estrategias de marketing, algoritmos e Inteligencia Artificial (IA). Los adolescentes y jóvenes adultos fueron el público objetivo. Sin embargo cuenta que los primeros pacientes aparecieron mucho después. Empezaron a llegar a consultorios de salud mental durante el 2024, particularmente durante el último semestre.
Los chicos comienzan a apostar mayoritariamente por dos razones: porque los amigos o sus padres ya lo hacían. En un principio, las apuestas están relacionadas a los deportes, especialmente al fútbol. "Cuando empiezan a apostar y desarrollar la compulsión al juego, migran del fútbol a otros deportes que tal vez no conocen o no entienden. Juegos de cartas, traga monedas virtuales, la ruleta, un partido de voley en Japón a las 3 de la mañana, lo importante es apostar. " — cuenta el psiquiatra y continúa — "Es un modelo de negocio diseñado para varones, pero también hay que estar atento a la forma en la que las adolescentes se monetizan, que puede ser vendiendo sus fotos, por ejemplo".
También te puede interesar > Argentina, el quinto país del mundo con mayor consumo de redes sociales
Muchos jóvenes relacionan las apuestas deportivas con un saber. Desarrollan la ilusión de que saben lo que va a ocurrir por conocer mucho el deporte y tener la posibilidad de basarse en estadísticas y el desempeño de los jugadores, pero es lo mismo que los juegos de azar, ya que en ambos casos se trata de adivinar un resultado. "Lo que está pasando ahora es que los deportes empiezan a modificarse y se empiezan a desvirtuar en función de las apuestas", declara Pavlosky y explica que el cerebro tiene tres funcionamientos de recompensa:
- El refuerzo positivo: es algo agradable que ocurre y que te gustaría que vuelva a ocurrir. Se da por ejemplo con el uso de redes sociales;
- El refuerzo negativo: cuando la persona está tensa o aburrida y no sabe qué hacer chequea whatsapp o se pone a apostar. Eso disminuye el aburrimiento, el estrés. Genera una recompensa fenomenal y todavía mucho más intensa.
- También existe la recompensa aleatoria intermitente, que es la que se da cuando se apuesta porque la persona sabe que puede ganar, pero no sabe cuándo. Esa sensación de expectativa se explota al máximo en la industria del entretenimiento y de las apuestas.
¿Qué puede hacer una familia para prevenir esta situación?
Pavlosky recuerda que el cerebro es uno solo y se termina de formar cerca de los 25 años. Hay una interacción entre la genética, las experiencias familiares, la neurobiología y una maquinaria adictiva, que en este caso es la industria de la tecnología, que está generando un modelo de negocio basado en la economía de la atención en donde no importan las consecuencias y los efectos adversos y se centra en que es una responsabilidad individual o de la familia la de regular el consumo y el juego.
Lo primero que hay que tener en cuenta, según el especialista, es que detrás de las pantallas hay un mundo de adultos y que los chicos ya están apostando. "Buscar indicadores es llegar tarde", señala y afirma que lo mejor que pueden hacer padres y madres es poner el tema sobre la mesa y hablar de lo que está pasando. "Esta idea de que el mundo digital va a criar a tus hijos, ya está instalada y ya se confirmó que va a salir muy mal", sentencia.
También te puede interesar > ¿Redes sociales sin control? Australia impone restricciones a menores de 16 años
Además, cuenta que a la hora de encarar un tratamiento, los chicos llegan destrozados y avergonzados al consultorio, por las deudas que le generaron a sus familiares. La mayoría apuesta en sitios ilegales donde les ofrecen créditos. "Cuando se quieren cobrar la deuda, muchos chicos se dan cuenta de que ya no están jugando al FIFA o al Fortnite, es plata de verdad y no algo virtual. Los cobradores empiezan a llamar a los padres, hasta los amenazan y muchas familias se asustan muchísimo", explica el psiquiatra.
En esos casos, se realiza un abordaje psicológico que involucra al paciente y a la familiar. Cuenta desde su experiencia, que trabajar con chicos adictos al juego no es lo mismo que tratar adultos y que los profesionales de la salud mental están investigando cómo pueden generar tratamientos acorde, ya que no hay guías ni libros sobre el tema porque es un fenómeno muy reciente.
"Se llama ludopatía infantil pero es un poco distinto a la patología de adultos. La familia cumple un rol fundamental. Es la mitad del tratamiento. Van a tener que estar presentes y posiblemente habrá que redefinir todo, incluso el propio uso y manejo de los dispositivos tecnológicos en el hogar. Hay muchos padres y madres que tienen comportamientos muy compulsivos con la tecnología sin caer en la ludopatía. En estos casos, se va generando un cerebro adicto y cuando hablamos de un chico, todos los hábitos y conductas que se aprenden en la infancia perduran toda la vida. Esto es como el ejemplo de la bicicleta, cuando aprendés a andar, no te olvidas más", explica Pavlosky.
¿Cómo puede incorporarse la temática en el aula?
"Yo creo que los dispositivos tecnológicos y el teléfono celular en particular en los ámbitos de estudio son un elemento absolutamente disruptivo. En algunos países como Suecia, están volviendo para atrás. En algunas provincias de Argentina también prohibieron los celulares durante la clase. La ludopatía no es la única cosa que debe preocupar. Las redes sociales están teniendo un fuerte impacto en la salud mental de los adolescentes. No saben cómo gestionar todas las cuentas que tienen. Estamos viendo mucha gente con con trastornos de la imagen corporal, por ejemplo", declara el especialista en adicciones.
También te puede interesar > Las escuelas noruegas prohibieron los smartphones: ¿cuál fue el resultado?
Además, dice que no es cuestión de prohibir la tecnología, sino de tener una sana relación con ella. "Los chicos entablan otro tipo de vínculo cuando se involucran en proyectos tecnológicos, muy distinto a cuando son plenos consumidores de redes sociales, aplicaciones o videojuegos. Me parece que lo que se tiene que romper es este círculo de consumo indiscriminado de tecnología, de consumo chatarra. Tiene que estar incluido en la currícula. Los chicos pueden trabajar con tecnología en pos de proyectos, como copilotos", reflexiona.
Pavlosky destaca que nunca la industria de la publicidad y de la tecnología supieron tanto de neurociencias y que las principales figuras neurocientíficas del mundo hoy no trabajan en hospitales, sino en empresas tecnológicas, contribuyendo en la creación de productos cada vez más geniales. "Creo que vamos en camino a una época inédita en donde el público adolescente es el target, de tal manera que es el público que hay que proteger", sentenció.
Si vos o alguien que conocés necesita ayuda, asesorate llamando al 0800 666 6006 o comunicate con la línea 102. Para más detalles de tu lugar de residencia, podés consultar ingresando acá.