Quienes sueñen con visitar un punto turístico remoto, rodeado por agua, donde convivan pocas familias y la naturaleza predomine en el paisaje, están en condiciones de elegir la Isla de Corvo como su próximo destino.
Este pequeño territorio insular, que alberga la Vila de Corvo, considerado el pueblo más remoto de Portugal, se encuentra en medio del océano Atlántico norte, dentro del archipiélago de las Azores.
Y, si bien esta isla volcánica está habitada desde el siglo XV, hasta la segunda mitad del siglo XX permaneció prácticamente aislada del mundo. Solo tenía conexiones en barco, durante el verano. Pero, desde la construcción de su aeropuerto, todo cambió.
¿Cuál es la historia de la Isla de Corvo?
Durante gran parte de la historia, la Isla de Corvo era un simple punto de tierra en el mar, con un volcán activo. Éste erupcionó por última vez, según los estudios realizados, hace 100.000 años.
Tras este episodio, el sitio recién apareció en el mapa durante los primeros años del siglo XV, cuando se lo conocía con el nombre de “Insula Corvi Marini”. Finalmente, la primera aproximación al lugar ocurrió por iniciativa del navegante portugués Diogo de Teive, en 1452.
Con el comienzo del siglo XVI, llegaron sus primeros 30 pobladores. Su vida fue tranquila durante las primeras décadas, pero luego debieron resistir a una seguidilla de invasiones.
Por un lado, en 1587 fueron sorprendidos por un grupo de ingleses, que llegaron a las calles del pueblo y lo saquearon. Y, por el otro, en 1632, allí desembarcaron piratas argelinos.
En pleno aislamiento, los descendientes de los primeros habitantes de la Isla de Corvo continuaron en el mismo sitio, que experimentó uno de sus mayores cambios el 27 de abril de 1972, con la inauguración del aeropuerto.
Es decir, hasta esa fecha, el acceso a la isla solo se podía hacer mediante un viaje en barco, en verano. Durante el invierno, los pocos habitantes del lugar prácticamente no podían dejar sus tierras.
¿Qué atractivos turísticos tiene la Isla de Corvo?
Caminar por las calles de la Vila de Corvo, conocer a varios de sus 384 habitantes (registrados en el censo de 2021) y apreciar, en detalle, la historia de sus construcciones, es una sensación única.
De todas formas, la mayoría de los turistas que ingresan por aire o por agua, llegan con la intención de recorrer los senderos de la isla y alcanzar su mayor atractivo turístico: el cráter del viejo volcán.
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Como el volcán se extinguió hace miles de años, la zona donde antiguamente solo había lugar para el magma, hoy alberga un gran paisaje verde y hasta una pequeña laguna.
Por su altura, a más de 700 metros sobre el nivel del mar, el cráter es un espacio ideal para acceder a vistas panorámicas del océano y contemplar el manto de niebla que allí se presenta casi todos los días.
¿Cómo se puede visitar este punto turístico de Portugal?
Para visitar la Isla de Corvo, que cubre una superficie de 17,13 kilómetros cuadrados, su Monte Gordo de 770 metros sobre el nivel del mar y sus enormes acantilados, hay que organizar un vuelo o un traslado en barco desde los puntos más cercanos.
Por agua, el viaje desde la isla más próxima dura un mínimo de 45 minutos. Y, por aire, es necesario ingresar a un pequeño avión, que aterriza sobre su corta pista durante 3 días a la semana.
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Una vez en el lugar, los viajeros disponen de diversas opciones de alojamiento, así como también de múltiples espacios gastronómicos de este destino que, desde 2007, lleva el título de Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
