¿Sabías que el pupitre escolar fijo del siglo XX fue cuestionado por el movimiento “Escuela Nueva”? - Billiken
 

¿Sabías que el pupitre escolar fijo del siglo XX fue cuestionado por el movimiento “Escuela Nueva”?

En las escuelas argentinas del siglo XX había pupitres fijos para un solo alumno, de manera que cada niño quedaba aislado de sus compañeros y el profesor podía vigilar a todos los estudiantes. Sin embargo, en 1920 el movimiento “Escuela Nueva” promovió la creación de la mesa de tablero horizontal, que posibilitaba el desplazamiento de los estudiantes y el trabajo en grupos. En esta nota, Billiken te cuenta en qué consistían ambos modelos.
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Tal como lo indican María Cristina Linares y otros autores en “Abecedario escolar. Historia de objetos y prácticas” (2007), Marcos Sastre, Inspector General de Escuelas de la Provincia de Entre Ríos en 1849, introdujo un diseño de pupitre que llamó “bufete de escuelas” y presentó el modelo en la Exposición Nacional de Córdoba de 1871. En ese momento dijo: “Cada mesa sirve para dos alumnos, el asiento con su respaldo está adherido a la parte posterior de la mesa, sirviendo para la mesa delantera. Esta conformación, entre otras ventajas, tiene la de acomodarse a las áreas de todas dimensiones, y ofrece la comodidad del respaldo, de las que hasta hoy carecen los niños en todas las escuelas públicas y privadas, lo que les obliga a una postura incómoda, opuesta a su desarrollo físico y a la conservación de la salud”.

El pupitre, una cuestión de Estado

Una vez establecido el Sistema Educativo Nacional, el Estado argentino tomó el control y se encargó de la aprobación del mobiliario que podía ser utilizado en las escuelas. Lo mismo hizo cada provincia. Paralelamente se suscitaron discusiones sobre los requisitos para el “buen pupitre”. La preocupación era que los niños no se vieran afectados físicamente por estar sentados con una mala postura. “Estando el niño con el cuerpo inclinado hacia adelante, tiene la cabeza y los ojos junto al libro, posición que congestiona el cerebro y contribuye a determinar la miopía. Además un hombro levantado constantemente por el defecto de la mesa, se hace y permanece más alto que el otro, el pecho se hunde y las funciones de la respiración y de la circulación sufren por la posición viciosa y prolongada”, decían algunos profesionales de la salud. 

El pupitre como elemento para prevenir “enfermedades morales”

La mayoría de las argumentaciones sobre el mejor banco escolar respondían a fundamentos relacionados con la prevención de enfermedades y con las malas posturas que provocaban en los alumnos. En este sentido, el “higienismo” estaba muy presente en este debate. Pero la prevención debía ejercerse no sólo sobre la enfermedad física sino también sobre la intelectual y “moral” del alumno. Los bancos con capacidad para tres, cuatro o más alumnos eran considerados molestos para las entradas y salidas de los niños y se decía también que no permitían una buena vigilancia por parte del profesor. 

Pronto aquellos bancos fueron sustituidos por los modelos norteamericanos Pat-Fer y Andrew. Eran pupitres fijos para un solo alumno, de manera que cada niño quedaba aislado de sus compañeros. Se formaban filas de un solo banco separados por caminos de un metro, aproximadamente. Esta disposición facilitaba la vigilancia del profesor. Los pupitres estaban fijos en el suelo mediante tornillos.

Con los pupitres fijos e individuales se producía un disciplinamiento de los cuerpos, que a su vez servía para que los estudiantes se adecuaran al modelo pedagógico “normalista”. Se sostuvo que una adecuada inclinación de los pupitres incidía en el tipo de letra. 

La mesa de tablero horizontal como sustituta del pupitre fijo

Alrededor de 1920 las propuestas enmarcadas bajo el movimiento “Escuela Nueva” promovieron la creación de la mesa de tablero horizontal, en versiones cuadradas, rectangulares, redondas u ovaladas, para cuatro, seis, u ocho plazas, acompañadas de sillas comunes y corrientes. Se trataba de muebles con mayores posibilidades de articulación y desplazamiento, más acordes con las actividades propias de la nueva educación centrada en el trabajo personal del alumno, el trabajo en grupos, una mayor libertad de movimientos, la manipulación directa de objetos y materiales, el traslado al aire libre, etcétera. No obstante hasta la década de 1960 el pupitre fijo siguió siendo el más utilizado.

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