El presidente más alto de la historia de Estados Unidos fue Abraham Lincoln. Midió 1,93 metros de altura y, al día de hoy, ningún otro jefe de Estado norteamericano pudo alcanzar esta medida.
Obviamente, la altura no es esencial para que una persona se convierta en líder, en jefe o jefa de Estado. Sin embargo, es interesante pensar cómo las apariencias pueden o no influir en la victoria de un candidato presidencial.
¿Cuál ha sido la mayor diferencia de altura entre candidatos?
Uno quizás podría pensar que la mayor diferencia de altura sucedió en 2016 entre Donald Trump y Hillary Clinton, con 26 centímetros de desnivel entre ambos. Aunque puede parecer irrelevante, cuando los dos estaban parados uno al lado del otro, resultaba visible que Trump dominaba físicamente el espacio.
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Sin embargo, este no es el caso de mayor diferencia de altura entre candidatos a presidente: en 1860, Abraham Lincoln le llevaba 30 centímetros a su rival demócrata, Stephen Douglas.
¿Siempre gana el candidato a presidente más alto?
El encanto, la personalidad y la presencia física son algunos de los ingredientes más importantes en una carrera presidencial. Pero, ¿es realmente tan determinante?
Si pensamos en las elecciones más recientes de Estados Unidos, vemos que en 23 oportunidades ganó el más alto, en 17 oportunidades el más bajo y en 4 oportunidades medían lo mismo. Demasiado parejo como para sacar conclusiones certeras.
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Además, pensemos que fuera de Estados Unidos tenemos a funcionarios políticos como Rishi Sunak, Lula da Silva, Emmanuel Macron, Olaf Scholz y Volodimir Zelenski, quienes tienen una estatura menor a la media. Esta característica, pese a no ser relevante a nivel desempeño ni tener un efecto real en sus campañas, sigue pateando viejas ideas de masculinidad y aportando nuevas.