Con el propósito de coronarse con el título, dos pilotos británicos se jugaron la vida, enfrentándose a las inclemencias del clima y a otros obstáculos.
Entre el 14 y el 15 de junio de 1919, dos aviadores británicos llevaron a cabo una hazaña impensada para la época: cruzando de América del Norte a Europa, realizaron el primer vuelo transatlántico sin escalas de la historia.
Además, como el avión llevaba algunas cartas, también se convirtió en el primer vuelo postal transatlántico del mundo. Sin embargo, a pesar de llevarse el récord histórico, los aviadores sufrieron una serie de complicaciones que los dejaron incomunicados y que casi les cuesta la vida.
En abril de 1913, el diario Daily Mail de Londres lanzó un concurso en el que otorgaba un premio de 10.000 libras (al cambio actual, serían $11.444.724) a quien cruzara el océano Atlántico en avión. Lo novedoso del reto era que debía hacerse en menos de 72 horas consecutivas, lo que anulaba las posibilidades de hacer escala.
Si bien se pospuso por la Primera Guerra Mundial, el concurso se reabrió luego de que esta finalizara. Ante semejante desafío, dos pilotos británicos que habían combatido en el conflicto bélico, incluso siendo prisioneros de guerra, dieron el presente: Arthur Whitten Brown y John William Alcock.
Refaccionaron un avión de combate para hacerlo apto para la hazaña, aprovechando el espacio que ocupaban los bastidores de bomba para añadir tanques de combustible. Así, el biplano Vickers Vimy quedó equipado con motores Rolls Royce y con 20.4 metros de ala a ala, y les permitió realizar el primer vuelo transatlántico sin escalas de la historia:
Hasta el momento, la única forma de cruzar el océano Atlántico era, precisamente, frenando cada cierta distancia y tiempo para reponer combustible, ajustar piezas y engranajes, y descansar. Para ese momento los aviones no contaban con un desarrollo avanzado, y por eso realizar la hazaña suponía, en gran parte, jugarse la vida.
Aún así, Alcock y Brown, ambos entusiastas de la aviación, cumplieron con el desafío, no sin encontrarse con muchos obstáculos desde el inicio. Cuando apenas habían despegado, el biplano no conseguía tomar la altura suficiente, por lo que muchas veces estuvieron cerca de chocar con las copas de los árboles.
Durante el vuelo, según contaron sus protagonistas en entrevistas posteriores, perdieron la radio que los comunicaba con los puestos de control. Así, quedaron incomunicados prácticamente las dieciséis horas de vuelo.
Además, sufrieron las inclemencias del clima durante todo el vuelo: vientos fuertes y agitados que sacudían el biplano, niebla espesa y nubes pesadas. En un momento perdieron el control del avión y comenzaron a caer en picada, hasta que lograron estabilizarlo. Por último, y como si no fuera poco, también se les congelaron los indicadores de combustible.
Tras la hazaña, los pilotos británicos fueron premiados con las 10.000 libras que ofrecía el diario londinense y lograron, además, la mención de Caballeros Comendadores de la Muy Excelente Orden del Imperio Británico por el rey Jorge V.
Su logro recorrió rápidamente el mundo, llegando a Argentina gracias a la revista deportiva El Gráfico. En la actualidad, el avión que se utilizó para el primer vuelo transatlántico sin escalas permanece en el Museo de Ciencias de Londres, Inglaterra.
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