Kosovo es uno de los territorios más discutidos de Europa. En muchos mapas aparece como un Estado joven, con capital en Pristina y una población cercana a los 1.8 millones de habitantes.
Sin embargo, Serbia lo reconoce como parte de su jurisdicción y sostiene esa posición desde hace décadas. Esta tensión, que parece nueva, tiene raíces profundas en la historia de los Balcanes.
Un poco de historia sobre los Balcanes
La región se ubica en el sudeste de Europa y convivió con distintos sistemas políticos, conflictos y disputas territoriales desde la época de la antigua Yugoslavia.
Ese recorrido marcó a varias generaciones y dejó marcas que todavía influyen en la relación entre serbios y albaneses, los dos grupos principales que habitan Kosovo.
Pero vayamos unos años hacia atrás. Con el colapso de Yugoslavia entre junio de 1991 y abril de 1992, los países de la región atravesaron procesos de independencia que cambiaron el mapa europeo.
En ese contexto, Kosovo perdió su autonomía en 1989 y quedó bajo control de Serbia. A partir de allí, la convivencia se volvió cada vez más compleja, con medidas que afectaron directamente a la población albanesa, como la prohibición del uso de su idioma y la disolución de sus instituciones locales.
Kosovo: historia, conflicto y búsqueda de reconocimiento
Las tensiones entre comunidades se intensificaron a fines de los años noventa y dieron lugar a la intervención de la comunidad internacional. Naciones Unidas y distintos organismos buscaron mediar para frenar la violencia y abrir un camino hacia el diálogo.
Pese a esos esfuerzos, las posiciones continuaron enfrentadas y cada grupo mantuvo sus reclamos históricos. Así, en 2008, Kosovo declaró su independencia de Serbia.
Algunos países lo reconocieron rápidamente y otros decidieron no hacerlo. Argentina, por ejemplo, no otorgó ese reconocimiento para evitar problemas con su reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas. Desde entonces, el reconocimiento de la existencia de Kosovo en la comunidad internacional es limitado y depende del apoyo de aliados específicos.
Hoy, Kosovo funciona como un país independiente en muchos aspectos: tiene instituciones propias, moneda, leyes y un gobierno elegido democráticamente. Sin embargo, su situación jurídica no está resuelta. Serbia, como dijimos, sostiene que la región forma parte de su territorio.