Los Juegos Olímpicos tienen un historial de anécdotas divertidas, curiosas e incluso emblemáticas. Una de ella es, definitivamente, la de la bandera olímpica desaparecida durante más de 75 años.
La competencia, en su versión moderna, se realizó por primera vez en 1896. Pero recién se izó una bandera oficial en su séptima edición, la que tuvo lugar en Amberes, Bélgica, en 1920. Y esa fue la única y última vez que se la vio, ya que al final de la competencia desapareció sin dejar rastro.
Un desafío, un robo y un secreto
En 1997, el Comité de Estados Unidos organizó una cena a la que asistieron algunos competidores históricos del país. A ella también asistieron algunos periodistas que cubrían el evento, que iban conversando con los atletas a medida que pasaba la noche.
Una de esas conversaciones fue con Hal "Harry" Prieste, un clavadista que había participado de los Juegos Olímpicos de Amberes 1920. En aquel entonces, compitió con 24 años, pero en 1997 ya tenía 101. El momento era oportuno para confesar su travesura.
Cuando un reportero mencionó la gran incógnita de la bandera desaparecida, Prieste comentó como al pasar: "Yo puedo ayudarte con eso. Está en mi casa". Tal fue la sorpresa de todos que el atleta tuvo que contar la historia, que recién hizo pública en una entrevista televisiva.
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Resulta que para los juegos de 1920, Duke Kahanamoku estaba en la misma delegación de Estados Unidos que Prieste. Ambos eran amigos para ese entonces, y al finalizar la competencia Kahanamoku desafió a su amigo a robarla. Y Prieste cumplió. El día de la ceremonia de clausura, cuando el estadio ya estaba cerrado, trepó los cinco metros del mástil, la descolgó y bajó.
Unos policías los persiguieron, pero poco podían ante atletas olímpicos, que tenían un estado físico más desarrollado. En sus próximas participaciones, el clavadista estadounidense llevó la bandera olímpica en su valija, tal vez como una suerte de amuleto.
Sin embargo, contó que muchos de sus familiares y amigos también conocían el hecho. Él había decidido compartirla ya que se trataba de un objeto muy importante, y por eso nunca la colgó en su habitación.
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¿Dónde está hoy la bandera olímpica?
Para los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, Prieste decidió que era hora de devolver la bandera. El presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch la recibió de las propias manos del atleta con sorpresa y entusiasmo, tomándola incluso como una donación muy valiosa. Y no era para menos, ya que se trataba de la primera bandera olímpica.
Hoy en día, el emblema recuperado se exhibe en el Museo Olímpico de Lausana, en Suiza. Junto a él figura una placa en la que se agradece a Prieste su donación. El acto y el gesto pueden leerse, entonces, como una forma de ser recordado en la historia olímpica.