El Plutonio de Hierápolis se encuentra en la actual provincia de Denizli, Turquía, dentro del famoso sitio arqueológico de Pamukkale, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En la Antigüedad, este espacio era temido y venerado a la vez, porque los griegos y romanos lo consideraban una “puerta al inframundo”.
Los escritos antiguos relataban que animales y aves que se acercaban a su entrada morían de inmediato, lo que reforzó la creencia de que allí habitaban los dioses del inframundo. Hoy sabemos que este fenómeno tiene una explicación científica: el lugar emite altas concentraciones de dióxido de carbono desde el subsuelo, lo que lo convierte en un espacio mortal para los seres vivos.
Historia y construcción del Plutonio de Hierápolis
El santuario fue construido en honor a Plutón, dios romano del inframundo, entre los siglos II y III a. C. Los sacerdotes del templo realizaban rituales en los que, aparentemente, podían entrar al recinto sin sufrir daños. Esto aumentaba la fascinación y el temor de los pobladores, quienes veían en el Plutonio una auténtica “puerta al infierno”.
Sin embargo, estudios modernos revelaron que los sacerdotes probablemente conocían la forma de evitar el gas letal, ya que este se concentra a poca altura. Es decir, mientras los animales caían al suelo intoxicados, los humanos podían mantenerse a salvo en niveles más elevados.
Características y curiosidades
El Plutonio se distingue no solo por su simbolismo religioso, sino también por su peculiar diseño y entorno natural. Entre sus características más llamativas se encuentran:
- Ubicación estratégica: está dentro del teatro y el templo de Apolo en la ciudad de Hierápolis.
- Emisiones letales: los gases de dióxido de carbono aún hoy pueden alcanzar niveles peligrosos.
- Atracción turística: es uno de los puntos más visitados de Pamukkale, aunque los accesos a su interior están restringidos por seguridad.
Además, este espacio forma parte de un circuito arqueológico que combina historia y naturaleza, ya que Hierápolis se construyó junto a las terrazas calcáreas de Pamukkale, famosas por sus aguas termales de color blanco brillante.
El Plutonio de Hierápolis en la actualidad
Hoy, el Plutonio es una de las paradas más llamativas para quienes recorren las ruinas de Hierápolis. Aunque ya no se lo considera una puerta real al inframundo, sigue siendo un testimonio de cómo la ciencia y la religión se mezclaban en la Antigüedad para explicar fenómenos naturales.
Su conservación permite a los visitantes comprender mejor cómo los antiguos pueblos interpretaban los misterios del mundo y, al mismo tiempo, recordar que muchas leyendas tienen raíces en hechos científicos.