Argentina es un país reconocido, entre otras cosas, por su producción vitivinícola. Varias provincias contribuyen a la misma. Con el tiempo, alrededor de los viñedos, se fue desarrollando también el turismo y nacieron las rutas del vino.
En el país, la vitivinicultura comenzó en 1556, luego de la llegada de los españoles. Todo comenzó en Santiago del Estero, cuando el sacerdote Juan Cedrón plantó las primeras vides. El primer viñedo se instaló en Mendoza, donde más tarde se fundó la primera bodega del país: El Trapiche.
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La vitivinicultura en Argentina se desarrolla entre los 22° y 42° de latitud sur. Se extiende a lo largo de 2.400 kilómetros de la cordillera de los Andes, desde Salta hasta Río Negro. Estas zonas cumplen con las características necesarias para el cultivo: deben ser secas, áridas, con bajo nivel de lluvias y baja humedad. Los abundantes días de sol y gran amplitud térmica favorecen la maduración, concentración de aromas, color y contenido de azúcar.
Rutas del vino: ¿dónde se encuentran?
La ruta de vino más reconocida en Argentina está en Mendoza. Los viñedos de la zona producen distintas variedades, entre ellas:
- Merlot,
- Cabernet Sauvignon,
- Barbera,
- Malbec,
- Syrah,
- Riesling,
- Sauvignon Blanc,
- Chardonnay,
- Semillón,
- Chenin.
Sin embargo, muchas otras provincias argentinas tienen su propia ruta del vino:
- Salta,
- Tucumán,
- Catamarca,
- La Rioja,
- San Juan,
- Neuquén,
- Rio Negro,
- Córdoba.
Además, Buenos Aires, Jujuy y La Pampa también producen vino, aunque con características distintas, por las particularidades geográficas y climáticas de esas regiones.
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La Fiesta Nacional de la Vendimia se festeja desde 1936 en Mendoza, durante la primera semana de marzo, con el objetivo de homenajear a los trabajadores de la industria.