La historia temprana de Suiza se remonta a asentamientos prehistóricos y tribus como los helvecios, quienes fueron derrotados por Julio César. La Carta Federal de 1291 sentó las bases de la Antigua Confederación Suiza, que se expandió hasta incluir ocho cantones en 1353. La confederación logró una independencia de facto del Sacro Imperio Romano Germánico en 1499 tras la Guerra de Suabia. La geografía de Suiza es particular.
Durante la era napoleónica, el territorio del actual país europeo fue conquistada por Francia y se estableció la impopular República Helvética en 1798. El Congreso de Viena en 1815 restableció su independencia y las potencias europeas reconocieron su neutralidad permanente. En 1848, se adoptó una constitución federal inspirada en el modelo estadounidense, marcando el inicio del Estado federal moderno.
¿Cómo es la geografía de Suiza?

La geografía de Suiza es particular y contribuyó a que el país se mantuviera neutral a lo largo de la historia. Se encuentra protegido naturalmente por los Alpes. Eso dificultó la construcción de caminos y aquellos que existen tienen pendientes pronunciadas, de modo que el acceso al territorio por tierra no es tan sencillo. En épocas de guerra, esta característica hizo que fuera difícil de invadir por ejércitos enemigos sin ser vistos o detenidos a tiempo por las fuerzas de seguridad locales.
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Durante el siglo XX, Suiza construyó un importante sistema de seguridad, que incluye túneles, bunkers y armas ocultas en las montañas. Incluso construyeron túneles y rutas que pueden ser destruidas al instante, para bloquear el ingreso de posibles enemigos.
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Las características geográficas principales de Suiza se pueden dividir en tres áreas topográficas básicas: los Alpes suizos en el sur, la meseta suiza en el centro y las montañas del Jura en el norte.
Neutralidad del país en conflictos bélicos
Suiza se mantiene neutral en las guerras debido a una tradición histórica de no participar en conflictos internacionales que se remonta a 1851. Esta política se consolidó tras el Congreso de Viena en 1815, donde las potencias europeas acordaron reconocer la neutralidad permanente del país. Sin embargo, la base de esta neutralidad se estableció mucho antes; en 1648, el Tratado de Westfalia reconoció oficialmente la independencia de Suiza del Sacro Imperio Romano Germánico y su neutralidad en las guerras.

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Desde su expansión en 1515, Suiza ha evitado tradicionalmente todas las alianzas que pudieran implicar acción militar, política o económica. Esta política de neutralidad le permitió no ser invadida durante las dos guerras mundiales.