Funcionó durante tres décadas, tenía una extensión de 30 kilómetros y el ingreso al puesto número 1 aún se conserva en pleno centro porteño.
La Ciudad de Buenos Aires tiene miles de historias que fueron prácticamente olvidadas, a pesar de que todavía se conservan algunos registros históricos que las comprueban. Una de ellas es la que guardan los restos de la estación central del correo neumático.
En simples palabras, el correo neumático fue un servicio de mensajería que se utilizó en las grandes ciudades del mundo, entre las últimas décadas del siglo XIX y hasta comienzos del siglo XXI.
En el caso del instalado debajo de la Ciudad de Buenos Aires, solo permaneció en funcionamiento durante tres décadas. Pero, en aquella época, era muy popular y tenía un alcance de 30 kilómetros.
El correo neumático es un servicio de mensajería que inventó el escocés William Murdoch a comienzos del siglo XIX y que se instaló, por primera vez, en Londres, Inglaterra. Allí comenzó a funcionar en 1853, entre la Bolsa de Valores y la estación de telégrafos.
Como su nombre lo indica, este sistema está compuesto por un circuito de tubos neumáticos. En uno de sus extremos, se produce una corriente de aire capaz de empujar, mediante el accionar de una bomba, un pequeño objeto. Luego, al llegar a la mitad del recorrido, el mismo es succionado por una segunda bomba, emplazada en el otro extremo.
En palabras más técnicas, es un dispositivo que funciona como un sistema combinado y alternado de presión y vacío.
De esta manera, mediante vías subterráneas, era posible enviar diversos mensajes y/o elementos pequeños, entre puntos distantes de una gran ciudad, en cuestión de segundos.
El correo neumático que se instaló en Buenos Aires, según los registros de la época, era capaz de trasladar un objeto a una velocidad de 12 metros por segundo, con una frecuencia de dos minutos entre cada uno, dentro de una red que, en sus primeros cinco días de funcionamiento, recibía más de 1.900 piezas por día.
La Ciudad de Buenos Aires fue la primera de Sudamérica en tener un servicio de correo neumático, que se autorizó en 1887 pero que, debido a una serie de inconvenientes, recién se inauguró el 13 de abril de 1934.
Además de los elevados costos de instalar el sistema de tubos, una de las principales problemáticas que retrasó la obra fue la ausencia de túneles para ubicarlo.
Tras numerosos debates, se determinó que el ramal central del correo neumático iba a circular por el túnel de cargas del Ferrocarril Oeste, que abrió en 1916 en Puerto Madero y aún se conserva.
A su vez, también se acordó que el puesto central (y número uno) del servicio de mensajería, debería estar bajo tierra, a pocos metros del Palacio del Congreso de la Nación.
Curiosamente, este es el registro más importante del servicio desaparecido, ya que el acceso aún se conserva. Sin embargo, pasa desapercibido porque carece de su cartel original y la escalera permanece oculta bajo una estructura de hierro.
Tras la inauguración del correo neumático de la ciudad de Buenos Aires, se enviaron miles de piezas a través de los tubos. En aquella época, había 14 estaciones y 52 aparatos transmisores e intermedios que eran utilizados, en gran medida, por las radios porteñas.
Y, a pesar del éxito rotundo de este sistema, el avance de la tecnología, la aparición de mecanismos más modernos y los elevados costos de mantenimiento que tenía este tipo de correo, llevó a su cierre definitivo, que tuvo lugar el 6 de noviembre de 1970.
Como hemos mencionado, aunque su desaparición tuvo lugar hace más de medio siglo, la vía de acceso a la estación central, así como muchas de las tuberías subterráneas, aún permanecen en el mismo lugar, dañadas por el paso del tiempo.
La desaparición del correo neumático no se trató de un caso aislado de la ciudad de Buenos Aires. Durante el cierre del siglo XX y comienzos del siglo XXI, ocurrió lo mismo en muchas otras ciudades del mundo.
Por ejemplo, en Berlín, capital de Alemania, donde se construyó una red de 400 kilómetros, este servicio funcionó hasta 1976. Algo similar ocurrió en París, capital de Francia, que experimentó la clausura en 1984.
Finalmente, uno de los pocos servicios que perduró hasta después del inicio del nuevo siglo fue el de Praga, capital de República Checa, que cerró en 2002, tras una serie de inundaciones que perjudicó a la red.
De todas formas, sería incorrecto mencionar que el correo neumático se extinguió. Sucede que, aunque ya no se utiliza como una red urbana y masiva, aún está presente en circuitos cerrados de empresas, comercios, organismos públicos y naves de ultramar, entre otros espacios similares, distribuidos en diversos países del mundo.
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