Durante la gran inundación, se formaron olas de entre 2 y 4 metros que cubrieron el norte de la ciudad.
Usualmente, una inundación ocurre cuando el nivel del agua crece rápidamente y cubre un área específica. Sin embargo, la historia que pueden contar los habitantes de Boston, en Estados Unidos, es diferente.
El 15 de enero de 1919, la ciudad quedó cubierta pero no bajo el agua. Las calles, casas, parques y vías de tren se llenaron de melaza, un líquido viscoso y oscuro también conocido como "miel de caña" que queda luego de fabricar de azúcar de caña.
El 15 de enero de 1919, los habitantes de la ciudad estadounidense se despertaron como cualquier otro día. Terminaba el invierno y pronto la temperatura se volvería más cálida. Pero a las pocas horas del amanecer, cuando la ciudad estaba en pleno movimiento, sucedió lo inesperado.
La empresa Purity Distilling Company era una de las mayores productoras de melaza en todo el país, que en ese entonces se usaba para:
La planta se ubicaba en el barrio de North End, al norte de la ciudad, y contaba con varios tanques que contenían millones de litros del líquido dulce. Y fue una falla estructural la que desató la tragedia: el tanque de mayor capacidad colapsó, llevándose puesto los demás tanques y provocando una gran inundación en todo el barrio.
Aunque hoy no se conoce el dato preciso, se estima que se formaron olas de entre 2 y 4 metros de altura, alcanzando los 7.6 metros en su peor momento. Además, las olas se desplazaron a más de 50 kilómetros por hora.
Tristemente, 21 personas fallecieron el día de la gran inundación de melaza. La mayoría vivían o trabajaban cerca de la planta productora. Cerca de 150 resultaron heridas y tuvieron que ser atendidas en un hospital improvisado que se instaló para asistirlas.
La inundación también afectó a los edificios de la ciudad, que quedaron cubiertos del líquido viscoso durante semanas, y a muchos animales que quedaron atrapados. Lo más sorprendente fue que la olas de melaza incluso rompieron las vigas de la estación de tren, que por pura casualidad no pasó frente a la fábrica durante la inundación.
Cientos de habitantes de la ciudad de Boston de otros barrios se acercaron a ayudar, pero por el tipo de líquido, la limpieza fue más que difícil. Al ser pegajoso y espeso, se tardaron más de cuatro días para buscar a víctimas y heridos, y más de dos semanas para limpiar las calles, vías de tren y exterior de los edificios.
Una investigación posterior descubrió que el primer tanque, el que inició la inundación, ya contaba con fallas estructurales conocidas por la empresa. Además, no se habían respetado los tiempos de enfriamiento de melaza, lo que aceleró la ruptura del contenedor.
Producto del descubrimiento, la empresa tuvo que pagar miles de dólares a las familias de las víctimas y heridos. Al día de hoy, hay personas que cuentan que en Boston aún se huele la melaza.
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