El Muro de los Lamentos es el único vestigio que queda del Segundo Templo de Jerusalén, destruido por los romanos en el año 70 d. C. Durante siglos, este lugar se mantuvo como un punto de peregrinación para el pueblo judío, que se acercaba a rezar y a “lamentar” la destrucción del templo.
La pared visible hoy tiene unos 57 metros de largo y 19 de alto, aunque debajo del suelo hay muchas más capas de piedra que se remontan a más de 2.000 años atrás. Las piedras más antiguas del muro pesan hasta 570 toneladas y fueron colocadas sin mortero, un logro arquitectónico de la antigüedad.
Tres datos clave sobre el Muro de los Lamentos:
- Ubicación: Jerusalén, Ciudad Vieja.
- Origen: restos del Segundo Templo destruido en el año 70 d. C.
- Nombre original: HaKotel HaMa'araví (Muro Occidental).
¿Por qué se llama “Muro de los Lamentos”?
El nombre “Muro de los Lamentos” proviene de los peregrinos judíos que, durante siglos, lloraban allí la pérdida del templo y la expulsión de su pueblo. El término fue popularizado por viajeros europeos y cronistas cristianos en el siglo XIX, quienes observaron este ritual de duelo y le dieron ese nombre.

Sin embargo, en el judaísmo no se utiliza esa denominación. El nombre original en hebreo es HaKotel HaMa'araví, que significa “el Muro Occidental”, ya que se trata del muro oeste del antiguo recinto del templo. Actualmente, muchas personas y medios prefieren este nombre, ya que consideran que “Muro de los Lamentos” es una visión externa que no refleja el verdadero significado del lugar.
El Muro de los Lamentos hoy
Hoy en día, el Muro de los Lamentos sigue siendo un centro espiritual para millones de judíos y turistas de todo el mundo. Es tradición colocar pequeños papelitos con oraciones y deseos entre las piedras del muro. También es un lugar de encuentro nacional y religioso: allí se celebran ceremonias, rezos colectivos y hasta eventos de bar y bat mitzvá.
Un sitio de memoria y esperanza
A pesar de las divisiones políticas y religiosas que atraviesan la región, el Muro de los Lamentos sigue siendo un símbolo de fe, resistencia y esperanza. Su historia lo convierte en un puente entre pasado y presente, entre la tradición y la actualidad.
Como señala el sitio oficial The Kotel, “cada piedra guarda los rezos de generaciones que nunca dejaron de soñar con un futuro mejor”.

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