La mañana del 26 de julio de 1890, Buenos Aires despertó en medio de disparos y barricadas. Miles de civiles armados y un grupo de militares opositores se concentraron en el Parque de Artillería —la actual Plaza Lavalle— para desafiar al gobierno del presidente Miguel Juárez Celman: comenzaba la Revolución del Parque.
El levantamiento, que pasaría a la historia con ese nombre por el Parque de Artillería, duró apenas tres días. Sin embargo, sus efectos se extendieron durante décadas y marcaron un punto de inflexión en la política nacional.
Detrás de la rebelión se encontraba la Unión Cívica, un movimiento opositor integrado por figuras de peso como Leandro N. Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle y Bernardo de Irigoyen. Lo que comenzó como un acto de protesta frente a la crisis social y económica terminó provocando la renuncia de un presidente y la reorganización de todo el sistema político argentino.
Causas de la Revolución del Parque
La presidencia de Juárez Celman coincidió con una de las crisis más duras del siglo XIX. La emisión sin control de papel moneda, el endeudamiento externo y la especulación financiera derivaron en el colapso económico de 1890.
Comerciantes, trabajadores y empresarios sufrían los efectos de la inflación y la falta de confianza en el sistema bancario. Pero la situación no era solo económica. Juárez Celman, que había llegado al poder en 1886, concentraba cada vez más atribuciones en su figura y marginaba a quienes cuestionaban su gestión.
Este estilo autoritario generó malestar incluso dentro de su propio partido, el Autonomista Nacional. En ese contexto nació, en 1890, la Unión Cívica, una fuerza que reunió a disidentes del oficialismo. Su objetivo era enfrentar la corrupción, defender la participación ciudadana y frenar los abusos del gobierno.
¿Cómo fue el levantamiento?
El levantamiento comenzó en el Parque de Artillería de Buenos Aires y se extendió a distintos barrios de Buenos Aires. Entre el 26 y el 29 de julio de 1890, los rebeldes combatieron contra el Ejército Nacional en enfrentamientos urbanos que dejaron entre 150 y 300 muertos, según las crónicas de la época.
Aunque la insurrección fue sofocada, la presión política y social era tan grande que el gobierno optó por evitar represalias extremas. El desenlace se produjo pocos días después: el 6 de agosto, Juárez Celman presentó su renuncia y fue reemplazado por Carlos Pellegrini, quien inició un proceso de reorganización del Estado.
Consecuencias de la Revolución del Parque
Más allá de su fracaso militar, la Revolución del Parque dejó huellas profundas en la historia argentina. Entre sus principales consecuencias se pueden destacar:
- La división de la Unión Cívica en dos grandes partidos: la Unión Cívica Radical, liderada por Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen, y la Unión Cívica Nacional, encabezada por Bartolomé Mitre.
- El fortalecimiento de la oposición política, que demostró que la ciudadanía podía organizarse para exigir cambios concretos.
- El inicio de un proceso de reformas que, con el tiempo, conduciría a la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912, que estableció el voto secreto, universal, masculino y obligatorio.
La Revolución del Parque se convirtió así en un símbolo de resistencia frente al autoritarismo y la corrupción. Fue el primer paso hacia una vida política más participativa, donde la voz de los ciudadanos comenzó a ganar espacio en las decisiones del país.