Durante la época victoriana, el arsénico no solo se utilizaba en las armas. Era un material natural barato que también estaba presente en las velas, cortinas y papeles tapiz. Al mezclarlo con las tinturas para fabricar objetos de un verde intenso, también terminó en las telas de:
- Vestidos,
- Guantes,
- Zapatos,
- Otros accesorios.
El arsénico se ponía en contacto directo con las pieles de quienes usaban este tipo de prendas. Uno de los síntomas era la aparición de erupciones cutáneas.
Las casas y edificios de la época estaban iluminadas con velas. Existía la posibilidad de que por el tamaño de los vestidos, estuvieran muy cerca del fuego. Si entraban en contacto, la prenda fácilmente se prendería fuego y debido a la presencia de arsénico, el resultado sería sumamente tóxico para las personas, pudiendo ocasionar heridas de muerte.
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Los que más sufrían las consecuencias eran los fabricantes de la indumentaria. Podían experimentar convulsiones, vómitos y severas intoxicaciones que ocasionaban el fallecimiento de la persona.
Estar en contacto con este elemento afectaba varios órganos del cuerpo, como:
- El estómago,
- El hígado,
- Los pulmones.
Luego de autopsias que determinaban que la causa de muerte podía deberse al arsénico, países como Francia y Alemania prohibieron su uso.
¿Qué es el arsénico?
El arsénico es un elemento natural dentro del grupo de los metaloides. En grandes cantidades puede ser tóxico, pero está presente en la Tierra y se utiliza con varios fines, entre ellos la conservación de la madera, la fabricación de circuitos electrónicos, en aleaciones de metales y la fabricación de pirotecnia.
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Anteriormente, se usaba para otras cosas, como la tintura de indumentaria, medicamentos, fertilizante en la agricultura, insecticidas, herbicidas y otros tipos de veneno. Pero por su alta toxicidad, cayeron en desuso.