José de San Martín, conocido como el Libertador de América, no forjó su talento militar únicamente en el continente. Antes de regresar al Río de la Plata para luchar por la independencia, pasó 27 años en Europa, la mayor parte de ellos al servicio del ejército español.
Ingresó al ejército con apenas 11 años y, con el tiempo, se convirtió en un oficial destacado. Allí se formó como un estratega experimentado, participó en combates decisivos y conoció de cerca el las durezas de la guerra.
Su vida en Europa coincidió con un momento convulsionado de la historia: las Guerras Napoleónicas, que transformaron el mapa político y militar del continente. Entre 1808 y 1811, San Martín participó en batallas clave contra las tropas francesas que habían invadido España. Esos años le dejaron la experiencia necesaria para liderar las campañas libertadoras en Sudamérica.
Combate de Arjonilla: el primer "San Martín vs. Napoleón"
En 1808, Napoleón Bonaparte llevó adelante la invasión de España, provocando una reacción inmediata del pueblo y de sus ejércitos. San Martín, que ya era un oficial respetado, participó en diferentes enfrentamientos tanto en llanuras como en zonas montañosas. Uno de ellos fue el combate de Arjonilla, el 23 de junio de ese año.
Ese día, al frente de un destacamento de apenas 21 hombres, San Martín se enfrentó a fuerzas francesas que lo superaban ampliamente en número. La acción fue intensa y arriesgada: estuvo a punto de perder la vida cuando fue rodeado por el enemigo.
En ese momento crítico, el soldado Juan de Dios acudió rápidamente a socorrerlo, salvándole la vida y sacrificando la propia. La victoria en Arjonilla no solo reforzó su reputación como líder valiente, sino que también evidenció su capacidad para imponerse en situaciones adversas.
Batalla de Bailén: una de las claves de la resistencia española

Tras su participación en Arjonilla, San Martín intervino en la Batalla de Bailén, librada el 19 de julio de 1808. Este enfrentamiento fue uno de los más importantes de la resistencia española contra el ejército francés y significó la primera gran derrota de las fuerzas napoleónicas en campo abierto.
Del lado español habían 30.600 infantes y 28.000 jinetes; del lado francés, 28.000 infantes y 5.700 jinetes. A pesar de los cinco ataques lanzados por las tropas de Napoleón, los españoles lograron rechazarlos todos.
Hacia el mediodía, los franceses, agotados y desmoralizados, ofrecieron su rendición. Por su desempeño brillante en esta batalla, San Martín recibió una medalla de oro otorgada por la Junta Suprema de Sevilla, la máxima autoridad del gobierno español en ese momento, y fue ascendido a teniente coronel.
La victoria en Bailén tuvo un impacto político y moral significativo: demostró que el ejército francés podía ser derrotado, alentando la resistencia en toda España y consolidando el prestigio de quienes habían participado en ella.
Batalla de Albuera: el recuerdo de un viejo enemigo

La última batalla en la que San Martín combatió en Europa fue la de Albuera, el 16 de mayo de 1811. Este enfrentamiento, que dejó más de diez mil muertos, no tuvo un resultado decisivo, pero reafirmó la determinación de los aliados para seguir resistiendo la ocupación francesa.
En Albuera, San Martín formó parte de un ejército aliado integrado por españoles, ingleses y portugueses, bajo el mando del general británico William Beresford.
El nombre no era ajeno para quienes vivían en el Río de la Plata: Beresford había sido derrotado en Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas, apenas cinco años antes, por las tropas criollas y españolas lideradas por Santiago de Liniers.
Después de esta batalla, San Martín pasó algunos meses sin combatir. En septiembre de 1811 solicitó su retiro del ejército español, que le fue concedido. Poco después viajó a Inglaterra, donde se reunió con compatriotas como Carlos María de Alvear. Este encuentro sería clave para planificar el regreso a América y sumarse a la causa revolucionaria.
¿Cuándo volvió San Martín al Río de la Plata?
El viaje de San Martín hacia el Río de la Plata se concretó el 9 de marzo de 1812, a bordo de la fragata George Canning. Con él también viajaban:
- Carlos María de Alvear,
- José Matías Zapiola,
- Antonio Orellano,
- Francisco Chilavert,
- Francisco Vera.

Una semana después de su llegada, el Primer Triunvirato le encomendó la creación de un cuerpo de élite: los Granaderos a Caballo, que jugarían un papel fundamental en las guerras de independencia. En paralelo, fue uno de los miembros más importantes de la Logia Lautaro, una sociedad secreta destinada a coordinar esfuerzos para liberar a Sudamérica del dominio español.
Así, el joven militar que había sobrevivido a combates sangrientos en tierras lejanas regresó a su lugar de origen para encabezar uno de los procesos más importantes de la historia sudamericana.

