Son pequeñas aberturas ubicadas en múltiples fachadas de la región italiana conocida como la Toscana, principalmente en la ciudad de Florencia.
Con el correr de los milenios, han existido múltiples técnicas para comercializar bebidas. Una de las más famosas, en Italia, al menos, fueron las pintorescas “Buchette del vino” que han sobrevivido hasta la actualidad.
Identificadas como pequeñas aberturas, diseñadas sobre la fachada de antiguos viviendas de grandes dimensiones, estas “ventanitas” servían como un “pasadizo” de vino.
En otras palabras, eran utilizadas por miembros de familias adineradas, que deseaban vender su vino a quienes lo consumían, de forma directa.
Gracias a los registros históricos, se comprobó que la “Buchette del vino” surgió, como tradición, a partir del siglo XVI, cuando Cosimo I de Medici, gran duque de Toscana, le permitió a los vecinos de esta región de Italia comercializar de forma directa el vino que producían en sus propios campos.
Es decir, no era necesario que trasladen la producción a tabernas cercanas y negociar precios con el dueño de esos comercios. Por lo tanto, iniciaron una venta al público desde la bodega de sus hogares a la calle.
Eso sí. Para evitar pagar impuestos por colocar un negocio en la puerta de sus viviendas, construyeron pequeñas aberturas que luego fueron conocidas con el nombre de “Buchette del vino”.
Su funcionamiento era muy sencillo. En determinados horarios del día, un empleado de la familia productora de vino se dirigía a la planta baja, donde estaba la bodega, para colocar el vino en diversas copas.
Al mismo tiempo, en la calle, a pocos centímetros de la puerta principal de la mansión, se reunían los clientes, que aguardaban por el vaso. Finalmente, la escotilla de la ventana se abría y se asomaba una mano, con una copa de vino a disposición.
Tras comprender su funcionamiento, es momento de poner el foco de atención en el diseño de la “Buchette del vino” que, en términos generales, eran iguales en cada rincón de Italia.
Es decir, como se diseñaron en la misma época, estos famosos orificios estaban ubicados en un sector puntual de cada fachada y:
Cabe destacar que la creatividad de cada dueño estaba en los ornamentos, identificados como la pieza que diferenciaba a una “Buchette del vino” de otra.
Tras el fin de la época dorada de la “Buchette del vino”, poco a poco los dueños de las propiedades mencionadas dejaron de vender sus productos a través de estas pequeñas ventanas, que rápidamente quedaron en el olvido.
Las aberturas más afortunadas, solo sufrieron el paso del tiempo. Pero, en el caso de otros ejemplares, se convirtieron en timbres, buzones, nichos o simplemente fueron tapiadas.
Por fortuna, hace menos de cuatro años, las “Buchette del vino” que sobrevivieron, recuperaron su esplendor, cuando muchos comerciantes las rehabilitaron para vender, otra vez, sus productos.
Esto ocurrió en el marco de la pandemia del Covid-19. Como había que evitar cualquier tipo de contacto social, estas ventanas fueron esenciales para los negocios, que pudieron permanecer abiertos con ventas reducidas de alimentos, helados y, por supuesto, vino.
Actualmente, los vendedores de la Toscana ya lograron retomar con sus actividades cotidianas en sus comercios tradicionales. Pero, en muchos casos, conservan la venta por su “Buchette del vino”, que se convirtió en un fenómeno turístico.
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