Se inauguró hace 158 años en Londres, Inglaterra, y se conserva como un museo muy llamativo y popular.
Al momento de organizar un viaje por Europa, muy pocas personas piensan en incluir una visita guiada a una estación de bombeo. Sin embargo, al recorrer Londres, siempre es una buena idea tener en cuenta a la Crossness Pumping Station.
Esta construcción, que se inauguró a mediados del siglo XIX, tiene un aspecto exterior normal. Es decir, pasa desapercibido porque simplemente es un edificio industrial como cualquier otro.
Pero, al ingresar a la sala principal, los viajeros descubren su magia. Este recinto está ampliamente decorado con columnas y paredes coloridas, que combinan perfecto con las antiguas vigas de hierro.
Ante el crecimiento demográfico de Londres y la necesidad de incorporar un sistema de bombeo de aguas residuales moderno, Sir Joseph Bazalgette y el arquitecto Charles Henry Driver lideraron el diseño y la construcción de Crossness Pumping Station.
La obra comenzó a mediados de 1859 y avanzó en tiempo récord, ya que el edificio se inauguró el 4 de abril de 1865 y operó, sin inconvenientes, durante casi un siglo.
En aquella época, las instalaciones estaban compuestas por cuatro bombas accionadas por vapor, obtenido mediante la potencia generada por 12 calderas.
Finalmente, el tratamiento de aguas residuales se complementaba con su almacenamiento, en un enorme depósito que tenía una capacidad máxima de 120.000 metros cúbicos.
Y, aunque no hubo problemas durante sus primeras décadas de servicio, el aumento de la población de Londres obligó a incrementar el poder de Crossness Pumping Station, que en 1897 potenció su capacidad de bombeo con otras cuatro bombas.
En términos generales, Crossness Pumping Station inició el siglo XX de la mejor manera, ya que era un espacio de trabajo muy concurrido, donde no se rechazaban los trabajos de modernización.
Por ejemplo, las autoridades del establecimiento decidieron reemplazar sus bombas de triple expansión por motores Diésel, que aún permanecen en el mismo sitio, como piezas de museo.
Sin embargo, aunque la estación de bombeo mantuvo su protagonismo durante las primeras décadas del siglo pasado, todo cambió en 1950, cuando se clausuró e ingresó en un intenso periodo de abandono.
Curiosamente, tras el cierre, Crossness Pumping Station quedó tapada por 100 toneladas de arena, que se colocaron sobre y debajo de las bombas para evitar que exista una fuga de metano.
Es por eso que años después, cuando iniciaron los trabajos de restauración, recuperar el glamour de la estructura original fue un gran desafío.
Si bien la estación de bombeo nunca volvió a funcionar como en sus años dorados, se salvó de un posible derrumbe, adquirió una faceta turística y recuperó la belleza de su interior.
Durante largos años, expertos trabajaron en la restauración del edificio y en la recuperación del diseño interno original, donde predominan espacios en color rojo, verde y dorado.
Por último, antes de abrir al público como un museo histórico, Crossness Pumping Station fue catalogado en 1970 como un edificio de Grado I. Este reconocimiento lo identifica como un espacio “de interés excepcional", que no se puede modificar sin previa autorización.
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