Un error frecuente es pensarlos como sinónimos porque, en realidad, tienen diferencias significativas. Las enfermedades que causan los virus y las bacterias son distintas. De la misma forma, el tratamiento que se realiza para enfrentar los síntomas, cambia según el caso.
Los virus son material genético empaquetado dentro de una cubierta proteica y, como tales, necesitan reproducirse dentro de otra estructura. Por lo tanto, sobreviven únicamente si permanecen en otro organismo, como por ejemplo, el de un ser humano o un animal.
Las bacterias, en cambio, son seres vivos porque cumplen las funciones vitales de nutrición, relación y reproducción. Su particularidad es que no siempre producen enfermedades. Incluso, varias de ellas, regulan el funcionamiento del organismo, convirtiéndose así en un beneficio para la salud. De la misma forma, algunas bacterias son necesarias en los procesos químicos y científicos para el armado de vacunas o medicamentos.
Una diferencia característica es el tamaño. Aunque son imperceptibles para el ojo humano, las bacterias pueden llegar a ser hasta cien veces más grandes que los virus. Además, son mucho más resistentes: viven en cualquier ambiente de la Tierra, inclusive en los volcanes o en el fondo del océano porque su capacidad para sobrevivir es muy alta.
Otra discrepancia se da en los tratamientos. Los virus no se suelen atacar con antibióticos, sino más bien con medicamentos antivirales. Las bacterias, en cambio, si pueden combatirse con uno.