"Tener la vaca atada" es una expresión que escuchamos comúnmente en Argentina. A veces incluso aparece en su forma simplificada, "tenerla atada". Si alguien ve que llevás a cabo determinada acción o actividad con mucha facilidad, probablemente te diga "ah, ¡la tenés atada!".
La creatividad rural popular dejó su huella en el habla cotidiana a nivel nacional a través de incontables frases y dichos. La expresión que indagamos hoy en Billiken no es la excepción.
¿Cuál es el origen de "tener la vaca atada"?
"Tener la vaca atada" proviene del campo, la vida rural y, sobre todo, la aristocracia argentina de fines de siglo XIX. Esta fracción de la sociedad ha tenido una participación importante en la creación de muchas expresiones que forman parte del habla.
En muchas culturas, la vaca simboliza la fertilidad, la generosidad, la maternidad, el origen de la vida y la serenidad. En la Argentina del 1900, este animal significaba por sobre todas las cosas seguridad económica.
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En aquél entonces era una realidad que aquellos argentinos acomodados que viajaban a Europa en barco lo hacían literalmente con la vaca atada en la bodega. ¿La razón? Tener siempre fácil acceso a leche fresca.
Evidentemente, además de la vaca, viajaban también múltiples criados, personal de servicio y animales domésticos. Si el viaje es largo y la plata sobra, ¿por qué no aprovechar?
¿Cuál es su significado?
La frase alude a la situación de ordeñe donde a la vaca se la ata para sacarle la leche de forma segura. Cuando enunciamos las palabras del dicho, nos estamos refiriendo entonces a una situación en que se puede sacar provecho de algo con seguridad.
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Si alguien tiene "la vaca atada" o, más simplemente, "la tiene atada", es evidente que puede sacar provecho de algo sin demasiado esfuerzo. Pan comido.