Como muchos probablemente sepan, el planeta Tierra es parte del Sistema Solar, que a su vez forma está en una galaxia: la Vía Láctea. En nuestro sistema se reconocen ocho planetas, más uno que dejó de serlo (Plutón) y otro nuevo que aún no está visible.
Sin embargo, el Sistema Solar es sólo una ínfima parte de la Vía Láctea: se estima que tiene entre 50 mil millones y 100 mil millones de planetas, un número imposible de precisar y más aún de imaginar. Si le sumamos la cantidad de estrellas y nubes de gas, el número se multiplica de manera exponencial.
¿Cuáles son las principales características de la Vía Láctea?
La Vía Láctea es, realmente, una galaxia impresionante. Agrupa estrellas, nubes de gas y planetas, todas distribuidas a años luz de distancia. Se caracteriza por:
- Tener un diámetro de 200.000 años luz (es decir, deberíamos viajar a la velocidad de la luz durante 200.000 años para poder conocerla por completo).
- Contar con un agujero negro en el centro, cuyo nombre es Sagitario A, que se observó por primera vez en 2022.
- Poseer forma de espiral plana.
- Estar conformada por entre 100 y 400 mil millones de estrellas.
- Tener, con la galaxia más cercana, Andrómeda, una distancia de 4 mil millones de años.
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Así y todo, hay otro dato impresionante: la Vía Láctea forma parte del Grupo Local, un conjunto de cuarenta galaxias que ocupa a su vez una ínfima parte del Universo.
¿Por qué nuestra galaxia lleva ese nombre?
Al igual que ocurre con los planetas del Sistema Solar, el nombre de la Vía Láctea proviene de la mitología. Puntualmente, de la mitología griega. En un principio, hace cientos de años, se la conocía como "Círculo de Leche" (en griego, Kyklos Galaktikos).
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Según cuenta el relato, la diosa Hera se negó –lógicamente– a criar a cualquier hijo que Zeus hubiera tenido con otras mujeres, diosas o mortales. Sin embargo, en una ocasión se quedó dormida y al despertar encontró que alguien había acercado a su pecho al pequeño Heracles (Hércules según los romanos).
Pronto lo apartó para que dejar de amamantarlo, pero la leche continuó derramándose de sus pechos y cayendo sobre las estrellas. Así, lentamente, fue conformándose la Vía Láctea. Hoy sabemos que esa explicación mitológica formaba parte de la cosmología de la época, es decir que era la manera de entender el mundo y todo lo que estaba pasando alrededor.
