Este animal es una variación del zorro rojo con una alteración con la melatonina, vive en norteamérica y suele ser cazado para venderlo como mascota por su llamativo pelaje.
Los zorros de fuego (llamados también “cruzados”) pueden ser observados en algunas regiones boreales de Norteamérica, donde son más abundantes. Constituyen una variante melanística del zorro rojo, y poseen un pelaje anaranjado mezclado con franjas oscuras casi negras.
Los zorros son mamíferos carnivoros de la familia de los cánidos. Su nombre científico es Vulpino (Vulpini) y existen 27 especies de esta familia.
Los zorros habitan en todos los continentes, pero el más difundidoo es el zorro rojo, que vive en Norteamérica y Europa.
Son mas pequeños que los lobros y los perros domésticos, y si bien viven hasta 7 años en la naturaleza, en cautiverio pueden alcanzar los 12 años de edad.
Estos ejemplares son entre el 10% y el 30% de la población del zorro rojo canadiense, y su hermosura es un regalo especial para la vista. Otra de sus cualidades es que al correr puede alcanzar hasta 72 km por hora.
Se alimenta de roedores, conejos, aves y lagartos, y en menor medida de plantas y carroña.
El hábitat natural de esta especie es Norteamérica. Las imágenes que ilustran esta nota fueron tomadas en la provincia de Terranova, en Canadá.
El fotógrafo Sam Gaby se ganó la confianza (en el transcurso de dos meses) de un zorro de aspecto singular en Terranova, Canadá. Con el tiempo, construyeron una relación que permitió al fotógrafo capturar unas hermosas imágenes de este ejemplar en su ambiente natural.
Después de cruzarse por primera vez con este extraño zorro en 2018, Gaby trabajó duro para ganarse la confianza del animal. “Nuestro primer encuentro fue calculado, me enfoqué en no molestar a este animal salvaje, pero al mismo tiempo, trataba de asegurarle que no era una amenaza”, explica Gaby
“No se sentía seguro con mi presencia, cada paso cauteloso hacia adelante era seguido por dos pasos hacia atrás y nuestro primer encuentro no duró mucho; me moví lentamente, pero cuando tuve lista mi cámara e hice contacto visual con él, salió corriendo”.
Por suerte, Gaby no se dio por vencido y después de repetidas visitas al atardecer, el zorro comenzó a estar más tranquilo alrededor del fotógrafo y su cámara.
Después de este lapso inicial de dos meses, Gaby regresó varias veces durante el verano y el invierno para ver a su nuevo amigo. En cada visita, pudo aprender un poco más sobre este zorro cruzado y su hermano, que también se puede ver a menudo en las fotografías de Gaby.
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