Las tormentas solares ocurren desde que el mundo es mundo, y desde antes también. Van a seguir ocurriendo, pero aún no se sabe cuándo será la próxima. En esta nota te contamos sobre la más potente del último milenio y qué impacto tuvo en el planeta Tierra.
A lo largo de la historia, las tormentas solares tuvieron distintos impactos en la atmósfera terrestre y en los seres que habitaron en el planeta. Sin embargo, en los últimos 1000 años, el Evento Carrington fue la tormenta solar más potente.
Lleva ese nombre por el astrónomo que la detectó, Richard Carrington. Pero antes, una aclaración: las tormentas geomagnéticas, también conocidas como solares, son perturbaciones del campo magnético de la Tierra. Se generan cuando las erupciones solares emiten mayor cantidad de partículas, alterando el campo magnético de nuestro planeta.
Así, durante el Evento Carrington, la cantidad de partículas que recibió la Tierra hace casi 125 años fue la mayor en el último milenio.
Las auroras boreales suelen verse nada más en los polos terrestres. En la Antártida o en el norte de Noruega, por ejemplo, es posible divisarlas durante el año. Sin embargo, el 28 de agosto de 1859 comenzaron a verse auroras boreales en distintas partes del mundo, como:
A los cuatro días de divisadas las auroras boreales, el 1 de septiembre, Richard Carrington estaba bocetando un grupo de manchas solares desde su telescopio para luego investigarlas en profundidad. A determinada hora de la mañana, notó un estallido de luz blanca que emanaba de dos puntos distintos del grupo que observaba. Luego de unos minutos desapareció, pero los efectos que tuvo en la Tierra los días siguientes fueron enormes.
Si el Evento Carrington hubiera ocurrido en la actualidad, colapsarían todos los sistemas de comunicaciones de la tierra, que dependen de la tecnología y de los satélites artificiales. Estos dejarían de funcionar, haciendo que las comunicaciones por radio se corten. Además, se producirían apagones de luz masivos en todo el planeta.
Sin embargo, en 1859 el sistema de las comunicaciones era muy incipiente, principalmente a través de la red de telegrafía entre América del Norte y Europa. En los días siguientes a la tormenta solar, colapsaron telégrafos y muchos cables, además de las estaciones que se incendiaron.
El impacto fue tal que quedó registrado en muchos diarios de la época, ya que no había sucedido un evento de semejantes proporciones en los últimos 800 años. Ni hablar de qué hubiera ocurrido si viviésemos en Mercurio o Venus, que son los dos planetas más próximos al Sol.
Según distintos registros históricos, existieron otras tormentas solares más potentes, y otras menos. Una de ellas ocurrió entre los años 774 y 775 d.C, en la que los efectos geomagnéticos sobre la Tierra fueron 10 veces superiores a los de 1859. Otra similar sucedió en el 993.
Ya en la última década del siglo XX, dos tormentas solares distintas afectaron a Canadá y Estados Unidos, dejando sin luz muchas ciudades. Y, según un físico de España, una nueva llamarada solar casi impacta a la Tierra en 2012. Esto no se concretó solamente porque fue en un franja de la órbita por la que nuestro planeta ya había pasado ese año.
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