La primera farmacia del país estuvo ubicada en la ciudad de Buenos Aires, en pleno casco histórico. Es una auténtica joya del patrimonio porteño. Cuenta con más de 130 años de historia y sigue funcionando en la actualidad en paralelo a haber sido convertida en museo.
La Farmacia de la Estrella está ubicada en la esquina de las calles Defensa y Alsina del barrio de San Telmo. Desde 1885, por este emblemático local han pasado figuras de la política argentina como Bartolomé Mitre, Julio Argentino Roca, Carlos Pellegrini e Hipólito Irigoyen, que hacían reuniones en el subsuelo del boticario.
El cartel de la entrada se mantiene intacto, las puertas conservan el vidrio de Venecia y los mostradores aún son los originales, hechos en madera de nogal importada de Italia. Las paredes y el cielo raso están decorados con lienzos y frescos pintados por el artista italiano Carlos Barberis en 1900.
La historia de esta farmacia se remonta a 1834 cuando Bernardino Rivadavia convocó al bioquímico y botánico Pablo Ferrari para que fundara el primer boticario del país. En 1838, fue vendida a Silvestre Demarchi, un suizo que además fue el primer cónsul italiano en Argentina, quien junto a la farmacia instaló una droguería que a mediados de siglo llegó a ser la más importante de Sudamérica. Posteriormente, Demachi se asoció con Melville S. Bagle y viraron a lo que sería Bagley y Cia, el gigante de las galletitas. Pero la droguería siguió creciendo. En 1885 se construyó el local.
También te puede interesar > La biblioteca secreta que está en el Palacio de Aguas Corrientes
En esta farmacia se vendió el primer algodón de La Estrella, una marca que continúa vigente en la actualidad. Hacia fines de la década de 1960, se creó el Museo de la Ciudad en buena parte del edificio que originalmente era boticario. Así, la Farmacia de la Estrella pasó a ser Patrimonio Cultural de la Comuna y desde entonces forma parte del Casco Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.