Galileo Galilei nació en 1564 en la ciudad italiana de Pisa. Era físico, hizo investigaciones sobre la caída de los cuerpos y pasó a la historia por haber inventado el telescopio. Además, se destacó por haber desarrollado el termoscopio, el primer aparato que midió la temperatura.
Su mayor aporte fue el telescopio, instrumento que permitía ver las estrellas y los planetas como nunca antes. Fue presentado en 1609 ante el Duque de Venecia. Por ese entonces, Galileo no tenía idea de que en otro lugar del mundo llamado Buenos Aires, cinco siglos después, cientos de chicos observarían el cielo con la misma curiosidad del Duque de Venecia desde un edificio llamado Planetario. Y que ese edificio llevaría su nombre: Galileo Galilei.
El primer telescopio de Galileo Galilei
El primer telescopio inventado por Galileo tenía apenas seis aumentos. El segundo, nueve. Luego fabricó otro que dejó a todos con la boca abierta: veinte aumentos. El telescopio no agranda las cosas que se ven. Los aumentos indican la proporción de la distancia que se reduce al mirar a través del telescopio. Así, mirar por un telescopio de cien aumentos es como mirar el objeto cien veces más cerca de uno.
Hasta que Galileo no inventó el telescopio todo, pero todo el mundo, estaba convencido de que la Luna es perfecta, lisa, blanca y redonda como una pelota. Eso es lo que había dicho Aristóteles dos mil años antes, y nadie se animaba a discutirlo. Y Galileo, espiando por su telescopio, descubrió que la Luna tiene montañas y cráteres. Y hasta se animó a calcular la altura de algunas de esas montañas.
El telescopio era una ventana a lo maravilloso, y Galileo se pasaba horas y días enteros observando a través de él y haciendo anotaciones. Así, es que logró ver la Vía Láctea y las estrellas de la constelación de Orión. También observó los anillos de Saturno, aunque no los identificó como tales, sino como una especie de apéndices. También vio las manchas solares y las describió con precisión. Y vio cuatro estrellitas que daban vueltas alrededor del planeta Júpiter, sus satélites: Calixto, Europa, Ganímedes e Ío. Le parecieron un modelo en pequeño del Sistema Solar. Siguió observando y descubrió las fases de Venus. Y todo con su pequeño telescopio artesanal.
Una condena injusta
Galileo, ya anciano, fue condenado por el tribunal de la Inquisición y obligado a decir que él y Copérnico estaban equivocados. Que la Tierra estaba quieta y que era el Sol el que giraba alrededor. Dicen que luego de escuchar la condena (prisión domiciliaria de por vida) comentó por lo bajo “eppur si muove” (“y sin embargo se mueve”). Y tenía razón. El papa Juan Pablo II rehabilitó a Galileo en 1992 y pidió perdón por la injusta condena sufrida por el sabio.
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