Pocos saben que la gran escritora Isabel Allende nació el 1 de agosto de 1942 en Lima (Perú), pues su padre era secretario de la embajada chilena. Pero era muy pequeña cuando sus padres se separaron y regresaron a Chile. Su madre volvió a casarse con otro diplomático y los viajes continuaron, esta vez por Bolivia y Líbano. Sola y sin amigos, Isabel se refugió en los libros y se convirtió en una gran lectora.
Más tarde volvió a Santiago, se casó en 1962 y tuvo a sus dos hijos. Isabel era sobrina del presidente Salvador Allende, quien fue asesinado durante el golpe de Estado de 1973. La situación política en su país la llevó a exiliarse en Venezuela. Allí consiguió trabajo como periodista y comenzó a escribir notas y artículos.
Por las noches les contaba cuentos a sus hijos. También recordaba con ellos el encanto de la vida familiar en Chile, rodeada de tradiciones. Una noche se puso a escribirle una carta a su abuelo, que cumplía 99 años y estaba a punto de morir. La carta se salió de control y con el tiempo se convirtió en su primera novela, La casa de los espíritus, que fue un enorme éxito internacional.
Las obras de Isabel se confunden con la vida de su familia. Están hechas de recuerdos, anécdotas, secretos y confidencias. Muchos de sus personajes están basados en personas reales, que ella conoció muy bien. Por eso parecen tan vivos, con un toque de misticismo. Es una de las escritoras que promovieron la corriente literaria llamada "realismo mágico".
En 1992 murió Paula, su hija, a los 29 años. Su madre la recordó en un libro llamado justamente Paula, una memoria sobre la vida que compartieron. También honró la memoria de su hija creando la "Fundación Isabel Allende", cuyo fin es alcanzar la justicia económica y social para las mujeres.
Isabel ahora vive en Estados Unidos. Continúa escribiendo, y varios de sus libros se convirtieron en películas exitosas. Es ganadora de muchos galardones literarios importantes, como el "Premio Nacional del Libro" de Estados Unidos. Es la primera persona de habla hispana que recibió esa distinción.
En una de las entrevistas que se le realizaron, Isabel dijo: “A veces escribo algo convencida de que es sólo producto de mi imaginación, y meses o años más tarde descubro que era cierto. Siempre me asusto cuando eso sucede”.
