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La historia del poncho argentino

El poncho es mucho más que una prende de vestir: es un testigo del paso del tiempo y de la transformación de las sociedades. Te contamos su historia en la nota.

El poncho es más que una prenda de vestir. Es una pieza que atestiguó el paso del tiempo y es indivisible de la cultura de la que es parte. Se trata de una prenda centenaria que aún hoy sigue vigente, y que no conoce de límites fronterizos.

Vale destacar que no es un invento argentino y hay tantas variantes como sociedades. En Argentina, por ejemplo, existen distintos tipos: "poncho pampeano" se le dice a los originarios del sur, mientras que los del norte reciben el nombre de "arribeños". A los tejidos en un telar con dos paños se los conoce como "ponchos de cintura".

Desde los nazcas y los incas que fueron unos de los primeros en vestirlo, hasta las pasarelas actuales de alta costura, el poncho siempre fue atesorado por ser capaz de representar a una comunidad y proteger del frío.

A comienzos del 1700, Inglaterra se lanzó a la industria textil con su sede de producción en India, una de sus colonias. Sesenta y cinco años después crearon la máquina de hilado de algodón, lo que permitió aumentar a gran escala la mercadería producida.

El poncho en Argentina

A principios del siglo XIX, cuando finalmente la Corona española le permite a Inglaterra comercializar con el Virreinato del Río de La Plata, al llegar a estas tierras, los ingleses advierten lo popular que era el poncho aquí. Es por eso que de regreso a su nación insular, comenzaron a fabricarlos en grandes cantidades para luego venderlos por todo el mundo.

El problema que esto produjo fue que como los ponchos británicos no eran artesanales, sino más bien industriales, eran mucho más baratos que los de producción nacional. Esto atentaba contra los productores y comercios locales que se dedicaban exclusivamente al comercio de esta prenda.

Fue Juan Manuel de Rosas quien en 1835 impulsó la Ley de Aduanas, la cual establecía medidas destinadas a proteger las manufacturas nacionales. Tiempo más tarde, los ponchos extranjeros volvieron a ingresar al país. Esto sucedió luego de que una firma argentina llamada Campomar comprara algunas máquinas y comenzara a fabricar ponchos industriales aquí.

Confeccionar cada poncho autóctono de forma artesanal toma entre uno y cuatro meses, pero el proceso en sí comienza mucho tiempo antes. Más precisamente cuando se recolecta la fibra para la lana, la cual puede provenir de distintos animales como: la oveja, la alpaca, llama, el guanaco o la vicuña. 

En relación con esto, es importante destacar que de cada animal se pueden obtener 100 gramos de lana y para cada poncho se requiere un kilo y medio. A su vez, la esquila solo se hace entre noviembre y diciembre, por lo que es otra limitación para la producción.

En 2018 se celebró el año Iberoamericano de las Artesanías y el poncho fue el encargado de representar a Argentina. Un producto artesanal, realizado con materias primeras locales y técnicas que se pasan de generación en generación.

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