Se estudia desde 1819, mantiene una temperatura corporal alta y construye enormes cuevas para resistir las bajas temperaturas durante la noche.
El norte de Canadá y las costas de Groenlandia son regiones del mundo que, por las características de su clima, representan un gran desafío para la vida de los humanos y de los animales. Sin embargo, hay especies que las resisten y un claro ejemplo es la liebre ártica.
Este pequeño animal, conocido como “Lepus arcticus” por su nombre científico, está preparado para permanecer durante todo el invierno en lugares del planeta que fácilmente alcanzan mínimas cercanas a los -50ºC.
Esto es posible gracias algunas características corporales, como su gruesa capa de pelo, y las habilidades que desarrolla durante su vida, como construir enormes madrigueras que mantienen la temperatura.
Desde que el explorador ártico británico John Ross registró la especie en 1819, miles de investigadores han trabajado para determinar en qué sector del mundo vive este animal.
Gracias a sus esfuerzos, es posible confirmar que la liebre ártica tiene poblaciones estables y abundantes, lejos de la categoría “peligro de extinción”, en:
Según los estudios realizados, este animal pasa sus días sobre la nieve. Y, al momento de descansar, regresa a sus enormes cuevas, que pueden tener hasta 180 centímetros de longitud. Allí también se protegen de sus depredadores.
En simples palabras, la liebre ártica resiste al frío extremo porque tiene una gruesa capa de pelo, que se complementa con una grasa, que cubre el 20% de la totalidad de su cuerpo.
Además, tiene extremidades acortadas y una temperatura corporal muy alta, en comparación a la que tienen otros animales similares: 38,9ºC.
Pero, además de todas sus capacidades para tolerar las bajas temperaturas, la liebre ártica también resalta porque:
Una de las particularidades de la liebre ártica es que su pelaje es casi tan blanco como la nieve que se acumula sobre los paisajes que recorre durante toda su vida.
Pero, a través de estudios, expertos han llegado a la conclusión de que los ejemplares de las poblaciones que conviven en el extremo sur de su hábitat, suelen presentar cambios de color en su pelaje, que adquiere tonos en marrón.
Sucede que este animal está preparado para pasar desapercibido ante sus depredadores. Por lo tanto, conserva el color blanco de su pelo cuando vive en sectores donde la nieve está presente durante todo el año y lo modifica cuando se establece en tierras que carecen de nevadas, durante periodos cortos.
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