Ciertos metales tienen la capacidad de, luego de deformarse, volver a la forma anterior al calentarse. Son los denominados metales con "memoria de forma".
En realidad, todos los metales son elásticos un cierto punto. Se pueden deformar un poco al entrar en calor y vuelven a su forma original. Este proceso cumple la llamada ley de Hooke, que sostiene: el alargamiento que sufre un cuerpo elástico es directamente proporcional a la fuerza que se le aplica. Pero cuando se calientan más allá de su límite, la pieza queda deformada sin posibilidad de retorno: la deformación plástica es un fenómeno irreversible.
Pero en el caso de los llamados metales con memoria de forma o materiales inteligentes, poseen la capacidad de recuperar su forma original, sin importar cuánto sean deformados.
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¿Cómo se explica la memoria de forma?
Se puede explicar de la siguiente manera: a una cierta presión y temperatura, toda aleación presenta una estructura atómica bien definida, ocupando cada átomo una posición específica en el espacio. Pero al enfriarse, su estructura interna se modificará porque los átomos que la componen cambiarán de posición buscando la mayor estabilidad.
Marcos Sade, Doctor en Física e investigador del CONICET, lo explica: "Normalmente, un cambio de estructura implica difusión (es decir, los átomos saltan a posiciones vecinas o se produce infiltración de partículas ajenas al material), lo que entorpece el efecto memoria. Pero, si el cambio de estructura no implica difusión (situación no común), entonces al calentarse el material, los átomos de su estructura recorrerán el mismo camino en sentido inverso, volviendo los átomos a las posiciones iniciales, y el material recuperará la forma original. En la modificación de la estructura de los materiales pseudoelásticos, tampoco existe difusión".