Conocé todo sobre el fenómeno que puede dejar algún que otro ardor en los cuerpos de los amantes de la playa.
Llega el verano al hemisferio sur y, con él, el clásico aluvión de personas hacia las costas de todo el mundo. En la playa, una actividad en particular llama más que otras: nadar en el mar. Ahí las personas juegan y se desplazan entre olas, algas, espuma y... aguavivas.
No podría ser de otra forma: el mar es el hogar de estas criaturas. Pero el encuentro entre humanos y aguavivas no sucede siempre de la forma más pacífica. Un roce y ¡zas! Sentimos, de la nada, un ardor característico en el cuerpo. Nos picó una aguaviva.
¿Cuál es la ciencia detrás de este fenómeno? ¿Por qué arde el cuerpo cuando nos toca una aguaviva? Billiken te lo explica.
Las medusas o aguavivas tienen una apariencia muy característica de su especie. Son gelatinosas, delicadas y transparentes porque su cuerpo es 95% agua. Están compuestas, a su vez, por una sustancia llamada mesoglea.
Hasta ahí todo en orden: la mesoglea no es lo que pica a las personas. El núcleo del fenómeno, en la mayoría de los casos, no está en la "cabeza" de las aguavivas sino en la parte inferior de sus cuerpos.
Allí encontramos los tentáculos, que están cargados de miles de cnidocitos. Estos son células venenosas y urticantes, lo que significa que pueden producir ardor o picazón tras el contacto. Las aguavivas los usan para defenderse y capturar sus presas.
Así, cuando los cnidocitos entran en contacto con un humano -que representa una posible amenaza a la medusa-, estos pican la piel generando el clásico e instantáneo ardor en la piel. El por qué es claro: es su forma de defenderse.
Los tentáculos de las aguavivas contienen cientos de nematocistos -una especie de cueva minúscula y hueca con forma de látigo enrollado- por debajo de toda su superficie. Una fracción de esta cueva se encuentra salida hacia afuera. Adentro, cada uno de estos nematocistos contiene cantidades ínfimas de veneno.
Cuando estímulos externos entran en contacto con la parte exterior del nematocisto, la tapa de la cueva se abre y se rellena de agua de mar.
Esto provoca la proyección de el "látigo" que lleva en su interior -ahora desenrrollado-, el cual penetra la piel y le inyecta veneno.
Se trata de uno de los procesos biomecánicos más veloces de la naturaleza: la picadura de aguaviva se desenvuelve en menos de una millonésima de segundo.
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