Comúnmente lo asociamos a una simple muestra de afecto, pero sus significados son variados.
A diferencia de los humanos, el perro no dispone de palabras para demostrar lo que siente. Pero igual que nosotros y nosotras, cuenta con recursos para expresarse fuera de lo idiomático.
Por eso ladra, aúlla, gruñe, mueve la cola, y lame. Con un lamido, esta raza animal puede estar queriendo decir distintas cosas.
Este es el significado más difundido: cuando un perro nos lame, está comunicándonos su amor y cariño. Confía en nosotros y quiere que lo sepamos.
Es una práctica que los perros aprenden de chicos, ya que el lamido es el primer contacto que ofrece la madre a sus crías después de darlos a luz. El instinto no se olvida.
Es común que los perros, ante la percepción de una herida reciente en la piel o en proceso de cicatrizarse, atinen a curarnos con lengüetazos.
Es común escuchar que su saliva es beneficiosa y acelera el proceso de curación. La realidad es que, si bien sí tiene efectos positivos en las heridas perrunas, no pasa lo mismo en pieles humanas.
Los humanos necesitamos utilizar otras herramientas para desinfectarnos, como agua oxigenada. Si un perro lame nuestra piel expuesta es muy probable que termine infectándonos.
Si el lamido es despacio, débil y hecho con temor, significa que sienten miedo.
Es claro saber que estamos ante un evento de este tipo, porque lo acompañan también claros signos corporales, como la cabeza gacha o la cola entre las patas.
Los lamidos también funcionan como llamado de atención. La mayoría de las veces, la razón por la que este compañero peludo va a buscar conseguir nuestra dedicación es que tiene hambre. Incluso puede que ni siquiera le esté rugiendo la panza, pero su reloj biológico le haya comunicado: “¡es la hora de la cena, y está un minuto atrasada!”.
Además, la parte del cuerpo humano usualmente elegida con este cometido son las manos. Si a esto se le suma una mirada fija y reiterados relamidos de hocico, estamos frente a una clara exigencia.
Otra razón por la que un perro puede lamer a una persona es para higienizarla. Nos acicalan como a ellos mismos, orientando la atención a aquellas partes contaminadas.
Acá aparece, de nuevo, el instinto: quieren limpiar a la persona que los acompaña así como lo hicieron con ellos de crías o con sus manadas.
Si te ve enfermo o triste, es probable que aparezcan de nuevo los lengüetazos. De esta forma, el perro avisa que está atento a lo que necesites y que va a estar cuidándote por lo que dure el malestar.
En este caso, la acción del perro puede estar orientada a la piel del humano pero también a sus propias patas u hocico. Lo hacen para liberar estrés, dando a entender que necesitan descargar una tensión aumulada.
De todas formas, si lo hacen con frecuencia y de forma excesiva, lo mejor es consultar a un profesional de la veterinaria.
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