Cada cuerpo humano es único, y más aún si pensamos en el hecho de que no hay dos manchas de nacimiento iguales. Hay bebés que nacen con ellas y otros que no. Ya de adultas, algunas personas conservan esas manchas, mientras que otras las pierden al crecer.
En términos sencillos, son marcas que se presentan en la piel del recién nacido, ya sea sobre la misma superficie o sobresaliendo de ella. Aunque algunas puedan aparecer luego del nacimiento, generalmente son evidentes de una u otra forma.
Lo más común es que cualquiera de las manchas sea benigna, pero al momento del nacimiento o los días siguientes deben revisarse con un especialista para descartar cualquier posibilidad.
¿Cuáles son los dos tipos de manchas de nacimiento?
Las manchas de nacimiento son anomalías que, sin embargo, son bastante comunes en cualquier ser humano. Usualmente todos tenemos al menos una, ya sea en forma de mancha o en forma de lunar, por mencionar un ejemplo. Así, existen dos tipos:
- Las vasculares, que se forman cuando los vasos sanguíneos no se terminan de formar correctamente. Estas suelen ser de color rojo, y un tipo conocido es el hemangioma.
- Las pigmentadas, que se forman cuando se une un conjunto de células con el pigmento que otorga color a la piel. Estas pueden ir desde tonos marrones claros a oscuros, incluso en tonalidades azules.
También te puede interesar: Duda resuelta: ¿por qué se nos pone la "piel de gallina"?
Luego, cada tipo se divide en subtipos particulares. Entre las vasculares, por ejemplo, se conocen las picaduras de cigüeña, los besos de ángel (que aparecen en alguna parte del rostro) y los hemangiomas, como mencionamos más arriba.
En el caso de las pigmentadas, las más comunes son las manchas "café con leche" y, sobre todo, los lunares. Aunque todos tenemos al menos uno de estos últimos, en realidad se consideran sólo manchas de nacimiento a aquellos lunares que se presentan al momento de nacer, ya que luego también pueden formarse por distintos factores.