Se encuentra en el barrio porteño de Recoleta y es la única mansión de su estilo, aún utilizada como vivienda particular, que sobrevive sobre la Avenida Alvear.
Buenos Aires es una ciudad cargada de misterios y uno de los más grandes gira en torno a la Residencia Maguire: una enorme mansión de Recoleta que tiene 133 años de historia y nunca abrió sus puertas al público.
Esta vivienda, que se construyó en 1890 sobre la antigua calle Bella Vista (llamada Avenida Alvear desde 1885), compartió durante décadas el paisaje urbano con otras propiedades de las mismas características.
Sin embargo, con el paso del tiempo, muchas se demolieron y otras se convirtieron en hoteles o embajadas. Por lo tanto, la Residencia Maguire es la única de la avenida que aún sobrevive como una vivienda particular.
La historia de la Residencia Maguire comienza en 1890, cuando el ingeniero Alejandro Hume, que había llegado a la Argentina desde Inglaterra en 1868, encargó la construcción de este palacio al arquitecto Carlos Ryder.
Según los historiadores, Hume era un empresario ferroviario que lideró la construcción de diferentes ramales y en 1887 adquirió el Ferrocarril Central Norte, que antiguamente unía las provincias de Córdoba con Tucumán.
Es por eso que, gracias a su buen pasar económico, logró pagar sin mayores inconvenientes la construcción de la Residencia Maguire, donde su familia vivió hasta 1920. En aquel año, sus primeros propietarios vendieron la mansión a los hermanos Alberto, María Faustina y María Candelaria Duhau.
Antes de narrar los detalles de la historia moderna de la Residencia Maguire, es importante señalar cuáles son las características más llamativas de la mansión, que nunca abrió sus puertas al turismo.
Es por eso que, a pesar de las dificultades para conseguir datos curiosos, actualmente se sabe que esta vivienda:
Gracias a la belleza de la estructura, la cantidad de años que lleva en el lugar y la magnitud de sus ambientes, durante décadas cientos de turistas nacionales e internacionales se han mostrado interesados en visitar la Residencia Maguire.
Sin embargo, hasta la fecha nadie que no tenga un vínculo con la familia Duhau ha podido caminar por los jardines de la mansión, ni mucho menos conocer sus espacios interiores.
Sucede que, años después de la compra de los hermanos Duhau en 1920, la Residencia Maguire se convirtió en el hogar de Susana Duhau y John Walter Maguire. Entonces, tras su fallecimiento, la propiedad quedó en manos de su hija, que actualmente es la única persona que reside en el lugar.
Y, a pesar de que ha recibido múltiples ofertas por parte de hoteles y otros tipos de instituciones, la mujer indicó que no tiene, ni tendrá, ningún interés en vender su casa.
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