Charles Darwin fue un naturalista inglés, reconocido mundialmente por haber sido el científico más influyente de los que plantearon la idea de la evolución biológica a través de la selección natural. Su teoría sobre la evolución de las especies quedó plasmada en la obra “El origen de las especies” de 1859, en la que Darwin volcó numerosos ejemplos extraídos de la observación de la naturaleza.
La evolución de las especies según Darwin
Darwin postuló que todas las especies de seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común, mediante un proceso denominado “selección natural”. La evolución fue aceptada como un hecho por la comunidad científica y por buena parte del público mientras el científico inglés estuvo con vida. Su teoría de la evolución mediante selección natural, en cambio, no fue considerada como la explicación principal del proceso evolutivo hasta la década de 1930. Actualmente se constituye como la base de la síntesis evolutiva moderna.
Los descubrimientos científicos de Darwin fundaron la biología como ciencia. Con apenas dieciséis años, el naturalista inglés ingresó en la Universidad de Edimburgo (Escocia) para estudiar medicina, pero paulatinamente fue dejando esa carrera para dedicarse a la investigación de los invertebrados marinos. Posteriormente, ingresó a la Universidad de Cambridge y allí desplegó sus estudios en ciencias naturales.
También te puede interesar > ¿Sabías que Albert Einstein estuvo en Argentina en 1925?
Darwin viajó en el “HMS Beagle” a Argentina
Darwin viajó en la embarcación “HMS Beagle” en 1832 y, entre muchos de los lugares por los que estuvo, visitó Argentina. Durante ese viaje investigó sobre la transmutación de las especies y, seis años después, concibió su teoría de la selección natural en 1838. Su obra “El origen de las especies” de 1859 estableció que la explicación de la diversidad que se observa en la naturaleza se debe a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones.
¿Qué descubrió en Argentina?
En Punta Alta y en los barrancos de la costa de Monte Hermoso (Argentina), Darwin localizó en una colina fósiles de enormes mamíferos extintos junto a restos modernos de bivalvos. Identificó, por un diente, al poco conocido megaterio, que en principio asoció con el caparazón de una versión gigante de los armadillos locales. Estos hallazgos, ocurridos el 24 de septiembre de 1832, constituyeron la primera prueba fósil sobre la mutabilidad de las especies y marcaron el inicio de la posterior elaboración de su célebre teoría. Además, despertaron un enorme interés cuando volvió a Inglaterra.
Por otro lado, contempló con asombro la diversidad de la fauna y la flora en función de los distintos lugares. De esa manera, pudo comprender que la separación geográfica y las distintas condiciones de vida eran la causa de que las poblaciones variaran independientemente unas de otras. En el sur de Argentina observó llanuras repletas de guijarros, en las que restos de conchas marinas formaban pequeñas elevaciones. Como estaba leyendo la segunda obra de Charles Lyell, Darwin asumió que se trataba de los “centros de creación” de especies que Lyell describía, pero pronto empezó a cuestionar los conceptos de “lento desgaste” y “extinción de especies” defendidos por su colega.
En Tierra del Fuego se produjo el regreso de tres nativos de la comunidad yagán, que habían sido embarcados durante la primera expedición del Beagle, con objeto de recibir una educación que les permitiera actuar de misioneros ante sus semejantes. Darwin los encontró “amables” y “civilizados”, aunque los otros nativos, los que no iban a bordo, le parecieron “salvajes, miserables y degradados”. Pronto el científico empezó a sospechar, al contrario de lo que creían sus pares naturalistas, que no existía una diferencia insalvable entre los animales y las personas.