Dos inmigrantes nacionalizados argentinos cambiaron la historia del cine para siempre
Aunque en el imaginario colectivo a los dibujos animados se los suele relacionar con el imperio que construyó Walt Disney, no fue él quien los inventó. En 1916, Federico Valle, un italiano que se radicó en Argentina, le propuso a su compatriota Quirino Cristiani animar las caricaturas que realizaba.
Para lograrlo, el dibujante trasladó sus figuras a una cartulina, las recortó y luego las cosió para generar el efecto de movimiento. Con este método, el 9 de noviembre de 1917 se estrenó El Apóstol, el primer largometraje de dibujos animados del mundo. La película era una sátira contra el entonces presidente Hipólito Yrigoyen y permaneció en la cartelera del cine Select Lavalle durante medio año. Para llevarla a cabo, el artista realizó 58 mil dibujos.
Ya en 1931, Quirino estrenó su primer largometraje animado pero, a diferencia del anterior, con un valor agregado: el sonido. Aquella obra se tituló Peludópolis y, al igual que el anterior, también estaba relacionada con el humor político y la crítica. Sin embargo, no fue tan exitosa.
En 1941, Walt Disney visitó Argentina y quiso contratarlo para que trabaje con él, pero el artista se negó porque prefería hacerlo solo. También realizó una animación del cuento El Mono Relojero, una historia escrita por Constancio Vigil, el fundador de la Revista Billiken. Finalmente, en 1984, Quirino falleció.
Quirino Cristiani fue un notable realizador de dibujos animados italiano que se radicó en Argentina a principios del siglo XX. Pasó a la historia en 1907 cuando estrenó "El Apostol", el primer cortometraje animado del mundo.
La película era una sátira contra el entonces presidente Hipólito Yrigoyen y permaneció en la cartelera del cine Select Lavalle durante medio año. Para lograr el producto, el dibujante trasladó sus figuras a una cartulina, las recortó y luego las cosió para generar el efecto de movimiento. En aquella ocasión, el artista hizo 58 mil dibujos.
Otra de sus grandes obras fue "Sin Dejar Rastros", un cortometraje que denunciaba acontecimientos que ocurrieron durante la Primera Guerra Mundial. Además, armó una animación para el cuento "El Mono Relojero", una historia escrita por Constancio Vigil, el fundador de la Revista Billiken.
Su trabajo tomó tanto vuelo que, en 1941, Walt Disney visitó Argentina para contratarlo. Sin embargo, el artista se negó porque prefería hacerlo solo.
Quirino falleció en 1984.
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