El salar de Uyuni es el mayor desierto salado y el más alto del mundo. Su superficie es de 10.582 kilómetros cuadrados y está a 3.650 metros sobre el nivel del mar. Es una de las reservas más importantes de litio del planeta y además, cuenta con grandes cantidades de potasio, boro y magnesio.
Por otro lado, es una de las principales atracciones turísticas de Bolivia, donde se encuentra el primer hotel de sal del mundo.
Una de sus particularidades es que cuando llueve, su superficie se transforma en un espejo, reflejando todo lo que se encuentre sobre él: las nubes, montañas, objetos y personas.
Uyuni, junto con el Salar de Atacama, en Chile y el Salar del Hombre Muerto, en Argentina, conforman el triángulo del litio, donde se concentra el 85% de las reservas mundiales de ese mineral.
¿Cómo se formó el Salar de Uyuni?
Durante más de 50 mil, la superficie del Salar estuvo cubierta por agua: allí se encontraba un lago, el clima era húmedo y lluvioso. Con los años, el clima cambió y se se volvió más seco y cálido. Eso produjo que los espejos de agua se evaporaran, originando el Salar de Uyuni.
¿Para qué sirve el litio?
El litio es un material cada vez más importante, ya que es clave para el desarrollo tecnológico de baterías para computado, celulares y autos eléctricos.
En el yacimiento ubicado en el altiplano boliviano, el mineral está mezclado con magnesio. Para separarlos, se necesita una tecnología con la que el Estado boliviano no cuenta. En su momento, se optó por no permitir el ingreso de multinacionales y realizar una explotación limitada a través de la empresa Yacimientos de Litio Bolivianos, para asegurarse que el país mantenga el control del negocio.
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El negocio no terminó de despegar: actualmente la crisis del sector y el auge de las organizaciones que militan por una economía más sustentable, dificultan el desarrollo de la actividad minera en Bolivia y la idea de que el litio sea el nuevo motor del país. Aunque las reservas sean las mayores del mundo, convertirse en una potencia industrial es más difícil de lo que parece.
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El gobierno tiene un plan de 4 fases estratégicas para lograr sus objetivos: uno de los pilares es una planta piloto para la producción de baterías. Con ella, se espera alcanzar una producción de 20.000 piezas anuales y convertirse en un actor clave en el mercado energético mundial.
Dependiendo de quién esté gobernando, se debate entre dos posturas: el desarrollo de la industria con capitales estatales o la privatización del recurso.
Redacción - Lucía Jauzat.
