El 10 de octubre de 1817, en Santiago de Chile, José de San Martín le impuso un castigo ejemplar a un oficial que intentó abusar de una joven que estaba visitando a un preso.
Al tomar conocimiento del caso, el General le envió una carta a Pueyrredón, quien estaba a cargo del Gobierno desde Buenos Aires, para comunicarle cómo habían sido los hechos. "El criminal se halla en arresto. Él es un oficial inepto e indigno. Su separación es de absoluta necesidad", escribió San Martín.
Una vez que recibió la autorización formal para tomar una decisión, apartó a Justo Pastor Anabia de la fuerza y lo expidió sin goce de fuero ni uso de uniforme. San Martín se impuso con una marcada opinión: el respeto y la integridad también deben estar garantizados para las mujeres.